Las personas con problemas de salud mental y su vulnerabilidad

Colectivo Paideia
5:07

Por: Antonio Morales

Los trastornos mentales tienen una alta prevalencia en todo el mundo y contribuyen de manera importante a la morbilidad, la discapacidad y la mortalidad prematura. El estigma, la exclusión social y las violaciones de los derechos humanos que ocurren en torno a  las personas con enfermedades mentales agravan la situación. Muchas veces consideramos que quienes padecen de un trastorno mental no son un grupo vulnerable porque -en ocasiones- consideramos que al ser autosuficientes de realizar sus actividades diarias, no requieren de una atención especial.

Antes de abordar propiamente la relación de vulnerabilidad con los trastornos mentales, me gustaría aclarar cuales son las condiciones que se establecen para señalar la existencia de vulnerabilidad. Según la Organización Mundial de la Salud, estas son las condiciones que nos permiten considerar a las personas con problemas de salud mental como un grupo vulnerable:

1.      Hay que señalar que ciertos grupos son más vulnerables que otros. Esta vulnerabilidad generalmente es causada por factores sociales y por el ambiente en que viven.
2.      La vulnerabilidad no se debe confundir con incapacidad, ni los grupos vulnerables deben ser considerados como víctimas pasivas.
3.      Los grupos vulnerables comparten desafíos comunes relacionados con su estatus social y económico, el apoyo social y las condiciones de vida, incluyendo el estigma y la discriminación, la violencia y el abuso, las restricciones en el ejercicio de sus derechos civiles y políticos, la exclusión de participar plenamente en la sociedad, el acceso reducido a los servicios de salud y sociales, el acceso reducido a los servicios de ayuda en emergencias, la falta de oportunidades educativas, la exclusión de las oportunidades de empleo y generación de ingresos, y una mayor discapacidad y muerte prematura.

La tasa de trastornos mentales y la necesidad de atención son mayores entre las personas desfavorecidas. El estigma que rodea a las afecciones mentales se debe principalmente a conceptos erróneos generalizados acerca de sus causas y naturaleza, que provoca que la falta de atención hacia esta problemática. Los problemas de salud mental alrededor del mundo, son a menudo vistos como manifestaciones de debilidad personal o bien, causados por fuerzas sobrenaturales. Comúnmente se cree que las personas con afecciones mentales son perezosas, débiles, poco inteligentes, difíciles e incapaces de tomar decisiones; también se piensa que son violentas, a pesar del hecho de que son mucho más propensas a ser víctimas que perpetradoras de violencia (OMS, 2010).

Se estima, que por lo menos una quinta parte de la población mexicana padece, en el curso de su vida, de algún trastorno mental: cuatro millones de adultos presentan depresión; medio millón padece esquizofrenia; un millón de personas tienen epilepsia y la demencia la padecen el diez por ciento de los mayores de 65 años. En una tendencia creciente de estos padecimientos, en los próximos diez años la demanda de servicios de salud mental en México constituirá una de las principales presiones para el Sistema de Salud (Secretaría de Salud, 2002).

Existen numerosos efectos sociales de los problemas de la salud mental, entre ellos tenemos (Sandoval De Escurdia, 2010):

a) Ausentismo laboral. En muchos países desarrollados, del 35% al 45% del ausentismo laboral es debido a los problemas de salud mental. Estas cifras indican la importancia y gravedad que los trastornos mentales generan en muchos países.
b) La depresión, genera la falta de energía para producir y una propensión mayor a las enfermedades físicas, así como una falta de apego a las responsabilidades familiares y personales.
c) El alcoholismo y adicción a drogas, están presentes en la mayoría de las acciones violentas (homicidios, suicidios, violencia intrafamiliar y social, pandillerismo y delitos en general, así como contagio por VIH-SIDA).
d) La epilepsia provoca convulsiones con relativa frecuencia, son impredecibles y es preciso medicación de por vida.
e) El retardo mental, la esquizofrenia y los cuadros demenciales dañan la relación del sujeto con su entorno social y nos recuerdan lo precaria y relativa que puede resultar nuestra identidad y salud mental.
f) El suicidio es otro de los problemas crecientes en nuestro país, en 1970, el índice para el grupo entre 15 y 24 años fue de 1.9 por 100,000 habitantes, en 1997 llegó al 5.9%, un incremento del 212%.

La inclusión de la salud mental como parte integrante del desarrollo es un enfoque relativamente nuevo para las Naciones Unidas y sus asociados para el desarrollo. La comunidad internacional está cobrando cada vez mayor conciencia de que la salud mental es una de las cuestiones más descuidadas, y sin embargo esenciales, en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La salud mental es necesaria para poder ejercer los derechos humanos y participar en la vida civil, social y económica; al mismo tiempo, el ejercicio de los derechos humanos y las libertades es fundamental para las personas con discapacidad mental, quienes tienen los mismos derechos que el resto de los ciudadanos. Por ejemplo, la existencia de obstáculos relacionados con el acceso de las personas con discapacidad mental a los servicios de salud, las restricciones a su libertad personal y de movimiento, la falta de oportunidades laborales, la exclusión de los sistemas educativos, la participación en estudios médicos sin su consentimiento informado y las condiciones de vida inadecuadas en instituciones psiquiátricas perjudican su salud física y mental e impiden el disfrute de sus derechos humanos básicos (OMS, Estrategia y plan de acción sobre salud mental, 2009).

Se deben encontrar formas para empoderar a los grupos vulnerables con el fin de que puedan participar plenamente en la sociedad (OMS, 2010). ¿Qué es lo que esto quiere decir? En gran medida retomar la idea que cualquier persona integrante de un grupo vulnerable, cuenta con sus propios recursos y fortalezas, en ocasiones las olvidamos o peor aún, hacemos que ellos no las tomen en cuenta. En medida que un enfermo mental tome conciencia que él es mucho más que la enfermedad que padece, serán más fácil los procesos de intervención y adherencia al tratamiento y, en consecuencia, una mejor calidad de vida para ellos.

Espero que los datos presentados hayan aportado significancia sobre la magnitud del problema que representa no considerar a la enfermedad mental como un grupo vulnerable. Muchos de nosotros nos preocupamos por nuestra salud física -que también es importante-, pero, ¿cuándo consideramos nuestra salud mental como prioridad? Tal vez en ocasiones ni la tomamos en cuenta porque pensamos “que no nos va a pasar”, entonces si no consideramos vulnerable nuestra salud mental, ¿cuándo nos preocuparíamos por incluir a las personas que no cuentan con ella? Los invito a reflexionar que tal vez nuestra aceptación e inclusión sería en sí misma una herramienta para el beneficio de los pacientes con algún trastorno mental.

Referencias

OMS. (2009). Estrategia y plan de acción sobre salud mental. Washington, D.C., EUA: Organización Panamericana de la Salud.
OMS. (2010). Salud Mental y Desarrollo: Poniendo el objetivo en las personas con problemas de salud mental como un grupo vulnerable. Italia: La Tipografica Varese S.p.A.
Sandoval De Escurdia, J. M. (2010). La Salud Mental en México. México: Servicio de Investigación y Análisis, División de Política Social.

Secretaría de Salud. (2002). Programa de Acción: Salud Mental. México: D.R.© Secretaría de Salud.

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