La paternidad de hoy

Colectivo Paideia
13:25


Por: Cinthia Godínez
Cuando acudo al colegio a dejar a mi hijo, me he percatado -desde el primer día hasta hoy-, que los papás han ido incorporándose a las tareas del cuidado de lxs niñxs junto a las madres.

Actualmente, ha ido en aumento la cantidad de padres que atienden a sus hijos e hijas, ayudándoles en sus tareas escolares, contribuyendo a las labores del hogar, cubriendo necesidades afectivas y emocionales y no sólo las económicas que, en otro tiempo se consideraron su obligación principal o tal vez, la única. Están empezando a entender que no están ayudando a las mujeres en el cuidado de los hijxs, sino que están ejerciendo de manera responsable su paternidad. La figura paterna es igual de relevante que la materna, y hay más padres que lo saben, por lo que cada vez son más los que deciden tener un rol más activo que el de ser solo proveedores.
Así como hay madres solteras que han sacado adelante a sus hijxs, también hay hombres que se han hecho cargo de su familia sin contar con una pareja, y hay padres responsables y presentes en la vida de sus hijxs ejerciendo la paternidad de manera admirable, afrontando los retos que conlleva la formación de la familia que es la base de la sociedad.

Reflexionando sobre el tema me pregunto ¿qué es lo que ha llevado a la evolución en el rol del padre? Probablemente lo que se ha nombrado como “parentalidad reflexiva”. Su definición hace referencia  al proceso psíquico que va evolucionando conforme se dan las experiencias y vivencias de ser madre/padre, pero en el que también está contenido lo transgeneracional, o sea, el proceso psicológico de convertirse en madres o padres.
Cuando hablamos de maternidad y paternidad debemos tomar en cuenta varias cuestiones. En primer lugar, cada persona está inmersa en una cultura determinada e influida por ésta. Asimismo, cuenta con una experiencia particular conformada por un cúmulo de vivencias, conceptos, sentimientos e ideas relacionadas al ser hijo o hija, amigx, primx, hermanx, y también, madre o padre. Finalmente, cada persona presenta una idea previa de cómo sería cada uno en su rol de madre o padre a la hora de ejercerlo.
Si bien las experiencias nunca son idénticas -porque todxs somos distintxs y vivimos cada suceso de nuestra vida de modos diversos-, al referirnos a la “parentalidad reflexiva” pensamos en un modo particular de ejercer los roles de madre, padre o cuidador como únicos.
Por eso el día de hoy me permito felicitar a los papás que han dejado de seguir el estereotipo social que implica ser solo proveedor para atender a sus hijxs, escucharles, acompañarles o realizar actividades como cocinar o jugar; a los que han decidido ser más que una “figura de autoridad”, anteponiendo el diálogo y favoreciendo una crianza respetuosa; a los que contribuyen a mejorar la sociedad formando hijxs más sanos, felices y capaces de alcanzar su máximo potencial.
¡Felicidades a los que han descubierto la belleza de la paternidad y la maravillosa experiencia de ejercerla!

Referencia


¿Qué es la parentalidad reflexiva?, Nacer Padres, Posted 12 February, 2016. Fecha de Consulta: 22 de octubre 2017 a las 23:47 hrs. Disponible en: http://nacerpadres.com.ar/notas/que-es-la-parentalidad-reflexiva/

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La empatía como camino hacia la inclusión

Colectivo Paideia
17:43


Por Antonio Morales

La exclusión social es un concepto de connotaciones negativas, en términos de aquello de lo que se carece y se necesita, es decir, nos referimos a aquellas situaciones en la cuales se produce una falta o ausencia de algo que resulta casi imprescindible para la vida integrada de los seres humanos. Por lo tanto, su compresión total sólo es posible en función de la otra parte de la polaridad conceptual de la que forma parte, de su referente alternativo: la idea de inclusión. La exclusión social implica, en su raíz, una cierta imagen dual de la sociedad, en la que existe un sector integrado y otro excluido. Forman parte de una dialéctica inclusión-exclusión (Checa Olmos & Arjona Garrido, 2005).

Un enfoque inclusivo pretende valorar la diversidad como un elemento enriquecedor del proceso de enseñanza-aprendizaje y, en consecuencia, favorecedor del desarrollo humano. Inclusión implica una actitud y un compromiso con un proceso de mejora permanente; conlleva el esfuerzo de análisis y reflexión de culturas, políticas y prácticas educativas, así como la identificación de barreras y objetivos de mejora. Avanzar en inclusión es avanzar en actitudes de respeto, tolerancia y solidaridad; es aprender a convivir conviviendo.


Para hacer realidad estos objetivos, y no se queden sólo en buenos deseos, es precisa la información, sensibilización y mentalización de todos los agentes de la comunidad educativa, incluidos los estudiantes. Por este motivo, es importante que los docentes asuman la responsabilidad de formar en la diferencia. Las diferencias encierran grandes oportunidades de aprendizaje, puesto que constituyen un recurso gratuito, abundante y renovable. De esta manera, se podrá reconocer la diversidad como una oportunidad para enriquecer las interacciones y los aprendizajes. Es necesario “socializar la diferencia” a partir de información y de ejemplos adecuados para la interacción (FEVAS, 2012).

La integración educativa y social se acompaña de un proceso constructivo de condiciones favorables para las personas que lo requieran, pero no es necesario esperar que todas estas condiciones estén dadas para realizarla. Su construcción es gradual como parte de ese mismo proceso, donde la transformación de las representaciones sociales es fundamental, entre ellas, el reconocimiento de sus derechos, y procurar el cumplimiento de los objetivos generales de la educación tendientes a desarrollar las posibilidades del sujeto acorde a las transformaciones sociales, culturales y políticas. La transformación de las actitudes sociales en sentido positivo, facilita la inserción de la persona con discapacidad y sin discapacidad en el mundo social y laboral (Santori de Azocar, 2010).


Tony Booth y Mel Ainscow (2002), con la publicación de Index for Inclusion, sentó las bases teóricas y prácticas para mejorar la inclusión en el sistema educativo del Reino Unido y el Consorcio Universitario para la Educación Inclusiva adaptó el documento al sistema educativo español. El Index for Inclusion propone un procedimiento para la creación y auto-evaluación de las tres dimensiones básicas de una educación inclusiva, que son:

à  Creación de culturas inclusivas. La cultura está compuesta por los principios y valores que guiarán las decisiones y actuaciones cotidianas de toda la comunidad educativa y que se transmitirán a los nuevos miembros. Ha de orientarse a la creación de una comunidad escolar segura, acogedora, colaboradora y estimulante en la que cada alumno es valorado, para que todos tengan mayores niveles de logro (Booth & Ainscow, 2002).

à  Elaboración de políticas inclusivas. La cultura inclusiva del centro ha de concretarse en políticas específicas que articularán a su vez las prácticas o actividades de apoyo dirigidas a atender la diversidad del alumnado (Booth & Ainscow, 2002).

à  Desarrollo de prácticas inclusivas. Dichas prácticas han de reflejar la cultura y políticas inclusivas, de forma que las actividades del aula y las extraescolares motiven el aprendizaje activo de todo el alumnado (Booth & Ainscow, 2002).

La formación de los formadores en educación requiere la adquisición de los conocimientos y habilidades para trabajar con estudiantes diversos y desarrollar competencias con un enfoque inclusivo en la formación, donde se analice la práctica y los contextos. Y además que el docente investigue, documente, sistematice y evalúe sus procesos y resultados (Santori de Azocar, 2010).

El principal reto para poder trabajar con la diversidad en cualquier acción educativa estriba en identificar las diferencias de los estudiantes para poder incluir e integrar. Desde un punto de vista educativo, la atención a la diferencia tiene por objeto garantizar una educación de calidad para todas las personas. Es debido a esto que es importante considerar que cada estudiante es y aprende de forma distinta, por eso se debe diseñar contextos e intervenciones adecuadas a todos los estudiantes atendiendo a sus procesos cognitivo-actitudinales, intereses, expectativas, niveles de acceso, identidades culturales, etc. Es decir, la intervención distinta debe ser la norma porque cada estudiante es y aprende de manera diferente.

Booth, A., & Ainscow, M. (2002). Index for Inclusion: developing learning and participation in schools. London: CSIE.
Checa Olmos, J. C., & Arjona Garrido, Á. (2005). Factores que determinan el proceso de exclusión de los barrios periféricos: el caso de “El Puche”. Scripta Nova.
FEVAS. (2012). Guía de Materiales para la Inclusión Educativa: Discapacidad Intelectual y del Desarrollo. España: Federación Vasca de asociaciones en favor de las personas con discapacidad intelectual.
Santori de Azocar, M. L. (2010). Discapacidad y Representaciones Sociales: De la Educación Especial a la Educación Inclusiva. Argentina: San Juan: Universidad Nacional de San Juan.


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El descanso: una necesidad poco valorada

Colectivo Paideia
18:44


Por: Verónica Estrada


Actualmente, no es raro escuchar entre familiares, amistades o pareja, frases como “estoy muy ocupadx”, “no tengo tiempo”, “tengo muchas cosas que hacer”, pues las exigencias laborales y personales, sumadas al ritmo de vida acelerado en el que nos encontramos en las grandes ciudades, nos limitan para gozar de un descanso apropiado que nos permita recuperarnos física y mentalmente, salvo en las tan anheladas vacaciones que para muchxs, se restringen a un par de días por año y que por supuesto no siempre son suficientes para emprender acciones que ayuden a reponer fuerzas y despejarse totalmente de la cotidianidad.


Además, hoy en día las jornadas laborales son extenuantes lo que implica que, en muchas ocasiones, se labore más de 8 horas diarias, más el tiempo de traslado de casa-trabajo-casa, prácticamente no hay el suficiente espacio para reposar. También ocurre que el trabajo se prolonga hasta los fines de semana, para quienes supuestamente gozan de sábado y domingo para descansar. Y qué decir de los compromisos familiares y sociales, así como las actividades del hogar que se tienen que cumplir, por lo que nuevamente el tema del descanso queda a un lado y se considera un “lujo” al que no todxs pueden acceder.

Pero ¿qué factores están influyendo para que el tema del descanso se tome como una necesidad secundaria? Inicialmente, debemos revisar qué es y qué implica el descanso. El descanso puede definirse como un estado de actividad mental y física reducida, que hace que la persona se sienta fresca, rejuvenecida y preparada para continuar con las actividades cotidianas. Asimismo, el descanso no es simplemente la inactividad, pues requiere tranquilidad, relajación sin estrés emocional y liberación de la ansiedad, es decir, la persona que descansa se encuentra mentalmente relajada, libre de ansiedad y físicamente calmada.

Ahora bien, el significado de descanso varía de acuerdo a cada persona, pues cada una tiene hábitos personales distintos para descansar como pueden ser leer, realizar algún tipo de ejercicio (incluyendo de relajación), dar un paseo e incluso dormir. Aún con los diferentes enfoques personales, podemos identificar algunos factores en común que ayudan a que las personas descansen:

- Cuando las personas sienten que las cosas están bajo control, libres de preocupaciones.
- Están libres de irritaciones o molestias.
- Realizan un número satisfactorio de actividades concretas.
- Saben que recibirán ayuda cuando lo necesiten.
- Comprenden lo que ocurre a su alrededor.
- Cuando existe comodidad física.
- Sueño suficiente y de “buena calidad”.

El descanso no solo implica inactividad o dormir, sino aprovechar nuestro tiempo libre en acciones que favorezcan un verdadero recreo. No obstante, en nuestra sociedad y cultura- que se encuentra permeada por el consumismo- poco se permite descansar, pues nos centramos más en la productividad que en la calidad humana. Generalmente se toma al ocio como algo negativo y se reprocha con frases como “la ociosidad es la madre de todos los vicios” o “deja de estar de ociosx y ponte a hacer algo productivo”, por mencionar algunos casos. Dichos factores, en determinado momento, nos condicionan a buscar constantemente que hacer y a descansar poco.

Si puntualizamos la definición del ocio según la Real Academia Española, nos encontramos que se define como: “la cesación del trabajo, inacción o total omisión de actividad; tiempo libre de una persona o diversión y ocupación reposada”. Por tanto, la connotación que le hemos dado a este concepto, no ha sido el más adecuado. Asimismo, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se asienta que toda persona tiene derecho al descanso y no debiera ser un privilegio solo para algunxs.

Cabe señalar que cuando hablamos de tiempo libre, es importante que parte de la propuesta del descanso implique emplear adecuadamente nuestro tiempo libre y para ello, como en la mayoría de los casos, la educación desde temprana edad, es la pieza clave para que este tiempo de ocio favorezca la creatividad, fortalezca los lazos afectivos con nuestras familias y amistades, previniendo en muchos casos problemas como las adicciones. El aprovechamiento del tiempo libre promueve valores como la tolerancia, la amistad y por tanto, la paz en nuestra y en otras naciones.

Descansar adecuadamente, es decir, hacer útil el tiempo de ocio, también favorece el descubrimiento del sentido de vida; desmitifica la tecnología, cuestiona la productividad como único fin, así como el consumismo, y promueve la educación permanente. Nos permite disfrutar lo gratuito en una atmósfera de comunicación, cooperación y contemplación, permitiéndonos el encuentro con nuestro ser.

¿Consideras que es posible descansar y llevar a cabo las acciones necesarias para ello? Compártenos tu opinión.




Referencias

Goñi, J. I. (2017). La educación internacional de la UNESCO en la gestión del ocio. Obtenido de UNESCO: http://unesdoc.unesco.org/images/0025/002527/252741s.pdf
UNAM. (s.f.). Necesidad del descanso y sueño. Obtenido de Material complementario. Enfermería comunitaria: http://mira.ired.unam.mx/enfermeria/wp-content/uploads/2013/05/necesidades.pdf

  

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Lo que no se nombra no existe

Colectivo Paideia
15:49


                                                                                     Por: Josué Martínez


En mi primera entrega para este blog de Colectivo Paideia, trataré sobre la importancia de nombrar.


¿Por qué elegí este tema? Al integrarme a este valioso equipo de trabajo denominado Colectivo Paideia, me he documentado con diversos textos y al navegar por este interesantísimo blog me encontré la frase: “Lo que no se nombra no existe”, de un artículo realizado por mi compañera Eurípides Blue: “El lenguaje, la madeja que teje nuestra trama social.” La frase que da título a este a artículo hizo eco en mi persona y me permitió reflexionar sobre el lenguaje que utilizamos en nuestro andar social e individual.

Existe una amplia gama de posibilidades de nombrar, todas muy importantes, y desde la psicología podemos comenzar a abordar este tema. En psicología, tenemos la práctica clínica que la podemos denominar, a grandes rasgos, como la interacción e intervención de la psicóloga/el psicólogo con la paciente/el paciente. En esta propuesta se realiza un diálogo, existen palabras dichas y una atenta escucha. Entonces, ¿cuál es la esencia de la relación psicólogx y paciente? El hablar, el nombrar.

El nombrar nuestros sentimientos, pensamientos y emociones dentro del espacio clínico (un espacio que deriva a la reflexión, a la deconstrucción, a la resignificación de lo que constituye nuestro ser) nos permite explorar nuevos horizontes.



En psicoanálisis, nos encontramos con el saber de que el sujeto está hecho de palabras, ya sean conscientes y/o inconscientes. Palabras que nos dijeron desde tiempos infantiles y se nos fueron “pegando”, dando a cada unx de nosotrxs diversos significados de esas palabras y así, el resto de los demás días hasta nuestro presente.

¿A qué voy con esta reflexión? Nuestro lenguaje tiene mucho que ver con nuestra historia. Con historias contadas y no contadas, con historias sabidas y otras reprimidas, dicho sea de paso, con un posible “aprendizaje ingenuo” de nuestros antepasados. Por lo tanto, Freud (1921) nos refiere sobre lo que no es percibido en tanto a la represión que: “De acuerdo con el testimonio del psicoanálisis, casi toda relación afectiva íntima y prolongada entre dos personas -matrimonio, amistad, relaciones entre padres e hijos-, contiene un sedimento de sentimientos de desautorización y de hostilidad que sólo en virtud de la represión no es percibido.” (Freud, 1921) La época en que vivimos, y que ha sido muy cuestionada desde los conceptos de modernidad y posmodernidad, trae consigo las ideas de globalización, inclusión, libertad de pensamiento, que a mi parecer proponen, nombran y por consecuencia incluyen la existencia de objetos y personas que, anteriormente y siguiendo un concepto psicoanalítico, se encontraban reprimidas. Lo reprimido en nuestro lenguaje muestra caracteres sexistas, de no inclusión y así, de ejercicios de poder desde puntos de vista patriarcales.

Entonces, si nos damos a espacios clínicos, es decir, a espacios de análisis, de reflexión de nuestras posturas, podremos llegar a horizontes que nos darán una mayor perspectiva de nuestra relación de unx mismx con unx y así en consecuencia, con el otrx. Para re-conocer-nos con las nuevas formas de comunicación que serán muy importantes en nuestros vínculos dentro de la sociedad.

Referencias:
Eurípides Blue. El lenguaje que teje nuestra trama social. (S. F.). Obtenido de Colectivo Paideia: https://colectivopaideia.blogspot.mx/2017/09/el-lenguaje-la-madeja-que-teje-nuestra.html el día 29 de noviembre de 2017.

Freud, S., (1921). Psicología de las masas y análisis del yo, pág. 19. Versión digital de Luarna Ediciones descargado en http://www.labibliotecadejuanjo.com/2016/12/psicologia-masas-analisis-yo-freud-pdf.html el día 29 de noviembre de 2017.

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