Svetlana Alexiévich, una voz que llega de tierras lejanas

Colectivo Paideia
15:01

Por: Lucía Velasco



Svetlana Alexiévich, nacida en Ucrania en 1948, es una periodista bielorrusa y la décima cuarta mujer en recibir el Premio Nobel de Literatura en 2015; además es la primera persona periodista en recibir este reconocimiento. Pero, ¿por qué es importante leer la literatura de Alexiévich? Para poder contestar esta pregunta, tengo que hacer una brevísima historia de su país y cultura.

Bielorrusia, está situada al norte de Europa, con un territorio de 207, 600 km2, lo que la hace un poco más grande que Bélgica o República Checa. Limita al Norte con Lituania y Letonia, al Este con la Federación Rusa, al Sur con Ucrania y al Oeste con Polonia. Su nombre oficial es República de Belarús, cuya capital es Minks y tiene un poco más de 10 millones, 293 mil habitantes, en su mayoría bielorrusos, aunque existen minorías polacas, rusas y ucranianas.

En 1939, el territorio de este pequeño país europeo, bajo el poder de la Segunda República Polaca se anexó al territorio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Fue hasta 1990, que el Parlamento de la República declara la soberanía de este estado, quien tras el colapso de la Unión Soviética, logra su independencia en 1991. Actualmente, Bielorrusia y Rusia mantienen una estrecha relación de cooperación.

También hay que recordar que de 1947 (todavía en la post-guerra) hasta 1989, la URSS y Estados Unidos sostuvieron la Guerra Fría, que más allá de las obvias implicaciones económico-políticas, fue una lucha ideológica, dos fuerzas de poder que tuvieron, todos esos años, en vilo a la sociedad mundial. 

El símbolo más identificado de la Guerra Fría es el Muro de Berlín, ya que él representaba la cortina de hierro que existía para acercarse a todos aquellos países socialistas. Fuera de las olimpiadas o los mundiales, algunos bailarines o bailarinas de ballet o los clásicos de la literatura rusa (Tolstoi, Chéjov, Dostoyevski o Gorki, por mencionar algunos -y todos hombres-), la gente común desconocía casi todo lo que pasaba en esos lejanos territorios y la única información que se difundía era lo que hoy día podemos identificar como propaganda del sistema.

En medio de esta compleja realidad local e internacional, Svetlana estudió periodismo en la Universidad de Minks, por allá de la década de 1970. Lamentablemente, por lo menos en una búsqueda rápida que he realizado en Internet, no hay datos específicos de su ejercicio periodístico en sus primeros años, qué fuentes cubría o en qué medios trabajó.

Alexiévich salta a la luz pública, en sus tierras, por allá 1985, cuando los cambios de la recién implementada perestroika permiten la publicación de su primer libro “La guerra no tiene rostro de mujer” (con dos millones de copias vendidas), terminado dos años antes y que la censura no permitió que se publicara “por cuestionar clichés sobre el heroísmo soviético y por su crudeza”.[1]

Su bibliografía no es numerosa, se reduce a seis libros, todos en técnica de montaje documental, es decir, testimonios de los protagonistas da cada suceso: soldados, soldadas; mujeres, hombres; niños, niñas; ancianas, ancianos; padres, madres; viudas, viudos; hijos e hijas, cuyo hilo conductor es ser víctimas de los acontecimientos de la historia, provocados por el estado soviético.

Los títulos son:
“La guerra no tiene rostro de mujer” (1983), sobre las mujeres que formaron parte del ejercito rojo en la Segunda Guerra Mundial.
“Los chicos de cinc” (1989), sobre los jóvenes soldados que fueron a la guerra contra Afganistán, guerra que fue ocultada al pueblo soviético por una década.
“Cautivados por la muerte” (1993), sobre todas aquellas personas que intentaron suicidarse al caer el sistema socialista y al creer que no podían renunciar a sus ideales socialistas e integrarse al nuevo orden mundial.
“Voces de Chernóbil” (1997) –único libro traducido al español antes de que la autora ganara el Premio Nobel-, sobre la tragedia del accidente nuclear más importante del siglo pasado.
“El fin del ‘homo sovieticus’ ” (2015), sobre el drama que fue la URSS y la construcción de ese ser humano de ideología marxista-leninista.
“Últimos testigos” (2016), sobre los niños del orfanato en Minsk, que perdieron a sus padres durante la Segunda Guerra Mundial.
Actualmente, todos se pueden encontrar en español y en México.

Su terreno literario es el drama, y es a través de sus palabras, de las palabras de los cientos de personas entrevistadas que se recogen historias terribles, en donde la muerte, las privaciones, la decepción y la desolación acompañan a los y las protagonistas.

El periodismo de Alexiévch tiene por característica dar voz a aquellas personas a quienes el Sistema se las arrebató, particularmente a las mujeres, que en medio de la revolución de la clase obrera, obtuvieron un lugar como obreras, pero ningún cambio como mujeres dentro de una cultura patriarcal como la soviética.

De regreso a mi pregunta inicial: ¿por qué es importante leer la literatura de Alexiévich? Porque sus textos tratan temas universales: la cultura de la guerra, la impunidad, la corrupción, la vida y la muerte, la ausencia de los  y las desaparecidxs y los muertxs. Porque la historia es cíclica y se repite. Porque no podremos comprender las múltiples historias recientes, las múltiples realidades actuales sino nos acercamos al sentir de personas como nosotrxs, que del otro lado del mundo sufren las mismas vejaciones en su humanidad. No podremos terminar de comprender y ser asertivos con nuestros semejantes mientras no conozcamos estas historias de dolor. Les invito a conocer el sentir y pensar de esta parte de la población, tan lejos territorial e ideológicamente y tan cerca en nuestra condición humana.


Referencias

Bonet, Pilar. La bielorrusa Svetlana Alexiévich, premio Nobel de Literatura. 9. oct. 2015. Copyright. Ediciones El País. https://elpais.com/cultura/2015/10/08/actualidad/1444297840_159906.html. julio 19, 2017.

Elemany, Luis. El libro que ganó el Nobel de Alexiévich. 04/11/2015 © ELMUNDO.es. http://www.elmundo.es/cultura/2015/11/04/5639421a22601d99658b4615.html
julio 19, 2017.

Rojas, Alberto. Svetlana Alexievich: "Espero que el Nobel me proteja contra Putin". 17/05/2016 © ELMUNDO.es. http://www.elmundo.es/cultura/2016/05/17/573a05de46163fc0378b4619.html.
julio 19, 2017.

Lubeigt, Silvia. Historia de Rusia y Moscú. © 2017 TripAdvisor LLC. http://www.tumoscu.com/historia/historia-de-rusia-por-gu-a-en-espa-ol.html
julio 19, 2017.

Wikipedia. Bielorrusia. https://es.wikipedia.org/wiki/Bielorrusia. julio 21, 2017.





[1] Bonet, Pilar. La bielorrusa Svetlana Alexiévich, premio Nobel de Literatura. 9. oct. 2015. Copyright. Ediciones El País. https://elpais.com/cultura/2015/10/08/actualidad/1444297840_159906.html. julio 19, 2017.

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Por qué no podemos hablar de familia

Colectivo Paideia
14:55

Por: Angeles Santiso

“Todo cambia, nada es”.
Heráclito de Éfeso 
                                                                                                        
El miedo al cambio es más común de lo que pudiéramos pensar. Incluso cuando el cambio es augurio de vivir mejor, en muchas ocasiones, el temor nos paraliza consciente o inconscientemente. Sin embargo, con recelo o no, el cambio es lo único permanente.

Para que exista un cambio, es necesario el movimiento y el caos; y como el cambio implica la necesidad de adaptarnos a lo nuevo, generalmente se presenta algún tipo de resistencia. Esta premisa aplica a los cambios sociales, aunque haya algunos que son tan paulatinos, que no los percibimos hasta que es inevitable notarlos.

Uno de los cambios sociales frente a los cuales se ha dado gran resistencia, es el concepto de familia. “La familia, y sobre todo los valores morales que fundamentan las relaciones familiares, son un buen ejemplo de este cambio silencioso” dice Joan Bestard, antropólogo de la Universitat de Barcelona.[1]

El conjunto de transformaciones que ha experimentado la familia en el mundo occidental constituye una de las manifestaciones más importantes del cambio social contemporáneo, debido principalmente a tres factores:

1.     La libertad para elegir a la pareja. Aunque no aplica en todos los casos, actualmente lo más usual es seleccionar una pareja a partir del sentimiento, y ya no del interés familiar. Los matrimonios arreglados en función de los intereses patrimoniales, religiosos y/o culturales, han disminuido en pro de las uniones basadas en el amor.

2.     El principio de igualdad de género. Los roles tradicionales de género, se han transformado. Las imágenes de la mujer dedicada al hogar y el hombre dedicado al trabajo, han sufrido cambios importantes debido a la participación activa de las mujeres en los ámbitos social, político y cultural. La autoridad patriarcal ha sido discutida ampliamente y se han criticado todos los fundamentos de su poder. Las labores de cuidado del hogar y de las hijas y los hijos, ya no son exclusivas de las mujeres. Ahora, forma parte de las relaciones de parentesco que no se consideran como un hecho natural, sino que se van construyendo socialmente.

3.     La centralidad de la niñez en la formación de las relaciones familiares. Se tienen menos hijxs y se busca el momento adecuado para tenerlxs, pero sentimentalmente se invierte más en ellxs. Tener hijxs o no, ya no es un imperativo de la estructura familiar, y la filiación biológica ya no se contempla como la única opción posible.

Entonces, ¿por qué no podemos hablar de familia? Porque producto de su evolución, LA familia se ha diversificado y, en consecuencia, tenemos que hablar de LAS familias. Lo que muchas personas han llamado la familia natural, no es más que una forma de organización familiar. De hecho, no podemos hablar de familia natural ya que esta estructura se rige por reglas sociales, y las reglas sociales las hemos construido y deconstruido a lo largo de la historia.

La diversidad familiar es un hecho, como es un hecho que lo que las define ha cambiado. La palabra Familia viene del latín famulus que significa sirviente o esclavo.[2] La palabra familia era equivalente a patrimonio e incluía no sólo a los parientes sino también a los sirvientes de la casa del amo. ¿Este tipo de vínculo es el que deseamos que defina a nuestras relaciones familiares? ¿Una relación basada en la sumisión al poder del amo, y en el que el interés principal es patrimonial? Y si mi deseo es tener una familia así, ¿eso anula el deseo de lxs demás?

El artículo 16 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos define a la familia como “la unidad natural y fundamental de la sociedad. Establece el derecho del hombre y de la mujer para casarse y fundar una familia, el derecho a la igualdad en el matrimonio y el libre consentimiento en éste.”[3] Cada hombre y cada mujer, tiene derecho a casarse y fundar una familia; si cada hombre y cada mujer tiene derecho a ello, da por resultado una amplia diversidad familiar, misma que el INEGI[4] nos ayuda a clasificar y, que en un texto posterior, me dedicaré a describir:

§        Familia heteroparental.
§        Familia homoparental.
§        Familia monoparental.
§        Familia reconstituida.
§        Familia simple.
§        Familia extensa.
§        Familia compuesta.
§        Familia de elección

Si hay diversas formas de constituir una familia, ¿podemos seguir hablando sólo de una? Tan válidas son unas como otras. La sociedad se ha transformado, y aunque a veces nos atemorice el cambio pensando que lo que viene es terrible, sólo es cuestión de estar conscientes de nuestra resistencia al mismo. Como diría el economista John Maynard Keynes “Cuando las circunstancias cambian, yo cambio de opinión. ¿Usted que hace?”.



[1] Etimologías Latín. (19 de julio de 2017). Obtenido de http://etimologias.dechile.net/?familia
otros, J. B. (2012). Noves formes de família/Nuevas formas de familia. Barcelona: Ajuntament de Barcelona.
[2] Etimologías Latín. (19 de julio de 2017). Obtenido de http://etimologias.dechile.net/?familia
[3] Organización de las Naciones Unidas. (2008). Declaración Universal de los Derechos Humanos, United Nations. Recuperada el 19 de julio de 2017, del sitio Web: Naciones Unidas en http://www.un.org/es/universal-declaration-human-rights/
[4] Cuéntame…población (2015). INEGI. Recuperada el 19 de julio de 2017, el sitio Web: http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/hogares.aspx?tema=P

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Los ochenta y cinco años de nuestra Premio Cervantes

Colectivo Paideia
14:42

Por: Lucía Velasco

Elena Poniatowska nació en París, Francia, el 19 de mayo 1932, así que hace pocos días cumplió 85 años de edad. Llegó a México, como tantas otras personas europeas, huyendo de la Segunda Guerra Mundial. Es sobrina de la poetisa mexicana Pita Amor, se casó con el astrofísico Guillermo Haro, con quien tuvo a sus tres hijos y obtuvo la nacionalidad mexicana en 1969.

La primera vez que escuché el nombre de Elena Poniatowska fue en la secundaria, cuando la maestra Guillén, de español de segundo o tercer año, nos platicó del movimiento estudiantil del 68. Era 1984, y el único libro que –en palabras de ella- existía en esos tiempos para enterarnos de lo que sucedió el 2 de octubre del 1968 era “La noche de Tlatelolco”.

Más tarde, cuando entré a la facultad Acatlán para estudiar Periodismo y Comunicación, leí por primera vez sus artículos en el periódico La Jornada. Ella, junto con Cristina Pacheco, Carlos Monsiváis y Miguel Ángel Granados Chapa, entre muchos otros, me enseñaron sobre la política, la cultura, la contracultura y las calles de éste, mi país. También aprendí sobre la fuerza de la palabra escrita.

Poniatowska ha sido una de las escritoras que me ha enseñado a observar, a escuchar, a darme cuenta que no existe una realidad única, que hay múltiples formas de vida, que existen diversos méxicos en los que coexistimos millones de mexicanxs.

Su inicio en el periodismo fue en el Excélsior, por allá de los años cincuenta del siglo pasado. Después vinieron El Novedades, Revista Mexicana de Literatura, Artes de México, Revista  de la Universidad de México, El uno más uno, La Jornada, FEM y Debate Feminista, entre otros medios impresos.

Poco a poco dio el giro de escribir crónicas de sociales a tratar temas como la desigualdad social, el racismo, la condición de la mujer y los movimientos sociales. Los géneros en los que ha publicado su obra son la entrevista, el ensayo, la novela y la crónica.

Elena tiene cerca de doce doctorados honoris causa, otorgados por diferentes universidades nacionales, iberoamericanas y norteamericanas; publicado cerca de 44 libros –algunos traducidos a veinte idiomas- y diecisiete premios nacionales e internacionales, de los que destacan el Premio Cervantes 2013, que es como el Premio Nobel de Literatura en lengua castellana, siendo la quinta mujer en recibirlo; y el grado de Oficial de la Legión de Honor, por parte del gobierno francés en 2003.

Los primeros libros que leí de ella fueron: “Hasta no verte, Jesús mío” y “Lilus Kikus”, y aunque no puedo decir cuál es mi favorito, sí prefiero algunos sobre otros. Destacan la colección de entrevistas “Todo México” (creo que sólo me falta un volumen), en donde se reúnen conversaciones con una gran variedad de protagonistas del cine, la música, la literatura y la cultura iberoamericana, ¿mi predilecto?, el dedicado al fotógrafo de cine, Gabriel Figueroa; y “Jardín de Francia”, que reúne entrevistas con reconocidas personalidades de la cultura francesa, de la década de los cincuenta y sesenta, años de una estrecha relación cultural entre México y el país franco.

De su larga lista de novelas publicadas, muchas biográficas, sobresalen un mosaico de personalidades femeninas. Mis preferidas son “Tinísima”, inspirada en la vida de la fotógrafa italiana Tina Modotti, y “Leonora”, sobre la pintora surrealista inglesa Leonora Carrington.

“Nada nadie, las voces del temblor” que reúne testimonios sobre los trágicos temblores de 1985 y el ensayo “Octavio Paz, las palabras del árbol”, dedicado a su larga relación fraternal con el Premio Nobel, complementarían mi lista de recomendaciones para conocer parte del legado cultural de esta escritora. Tú, ¿qué libro nos recomendarías leer de Elena Poniatowska? ¿Cuál es tu favorito?




Referencias

GÜEMES,  CESAR. Elena Poniatowska transparenta la defensa de la libertad y la paz. La Jornada. México D.F. Viernes 26 de septiembre de 2003. http://www.jornada.unam.mx/2003/09/26/02an1cul.php?printver=0&fly=. Junio 19, 2017.

"Elena Poniatowska". En: escritoras.com [en línea]. 19 nov 2013. [Consulta: 19 jun 2017]. <//escritoras.com/escritoras/Elena-Poniatowska>

Elena Poniatowska. Biografía. Elena Poniatowska Amor Fundación. http://www.fundacionelenaponiatowska.org/biografia.html. junio 5, 2017.

Elena Poniatowska (1933/05/19 - Unknown). Busca Biografías. Autor: Equipo de buscabiografias.com. Fecha: desde diciembre 1999 con actualizaciones. https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/9006/Elena%20Poniatowska. Junio 5, 2017.

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La presión social como causa de depresión

Colectivo Paideia
15:07

Por: Antonio Morales

En mi experiencia como terapeuta he observado que, en algunas ocasiones, las dificultades que experimentan los pacientes en el reconocimiento de alguna sintomatología o trastorno, tienen que ver con el miedo a cómo será visto por seres queridos o la sociedad en general. Suena difícil de creer, pero actualmente, todavía existen estigmas o prejuicios hacia las personas con algún trastorno emocional o mental. Como lo he platicado en artículos anteriores, el trastorno mental en ocasiones es visto como algo voluntario del sujeto, esto tiene que ver con la dificultad de entender el sufrimiento ajeno.

Por ejemplo, podemos imaginar lo doloroso que puede ser para una persona su proceso de sanación con una ruptura de hueso, porque ésta es visible: el yeso, la herida… Pero, ¿qué pasa con una depresión? En ese caso es difícil ver de manera clara el origen del dolor, porque de hecho en algunas ocasiones las depresiones no son tan visibles como las imaginamos. A menos que tengamos conocimientos claros de la perturbación, puede ser difícil entender el sufrimiento del otro. Algunas veces podemos asumir que una persona deprimida, es una persona que se la pasa todo el día en su cama, sin querer hacer ninguna actividad, pero en la mayoría de los casos, no es así; puede que convivamos todos los días con personas deprimidas y no nos demos cuenta o incluso puede ser que tengamos síntomas de depresión nosotrxs mismxs y no lo sepamos.

La depresión, tal y como nos dice la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la principal causa de deterioro en la salud mental y afecta a 121 millones de personas en el mundo (World Health Organization 2007). Concretamente, un reciente estudio europeo muestra que la depresión y las fobias específicas constituyen los problemas mentales más comunes en el continente europeo, con una prevalencia del 13% (Alonso et al. 2004).

Para definir a la depresión vamos a describirla como un malestar que afecta a todo el cuerpo, al estado de ánimo y a los pensamientos: afecta la forma en que unx come y duerme, el deseo sexual, la opinión de unx mismx y el concepto de vida en general. Un trastorno depresivo no es un estado de ánimo triste pasajero; tampoco es una señal de debilidad personal o una condición que se pueda alejar a voluntad. Los síntomas pueden durar semanas, meses o años.

Aunque es bien sabido que la depresión se puede abordar desde diferentes perspectivas, en este artículo se pretende tratar como una problemática social, debido a que es en este contexto donde la experiencia sintomática cobra sentido. Es importante entender a la depresión como resultado de las presiones socioestructurales ejercidas sobre el individuo (Álvaro Estramiana, Garrido Luque, & Schweiger Gallo, 2010). Sabiendo esto, es posible indagar acerca de las causas de dicho deterioro y sólo así tiene sentido preguntarse por los factores que explican por qué unas personas o grupos sociales tienen una mayor probabilidad de sufrir mayores síntomas depresivos que otras.

Las presiones sociales juegan un rol muy importante sobre la forma de pensar de todas las personas. Estas presiones sociales pueden impulsar conductas saludables como el ejercicio y la dieta; sin embargo, también pueden promover conductas con efectos negativos en la salud como el consumo de alcohol o de otras sustancias. Es por lo anterior, que se puede asumir que una adecuada integración social tendrá como resultado una buena salud o una salud y bienestar más fortalecidos. Algunas veces esta presión social se experimenta a partir de la comparación con otras personas o de perseguir el ideal que la familia o los demás nos enseñaron. Al no lograrse estos ideales, el individuo se enfrenta a la frustración, misma que en ocasiones se experimenta como pesimismo o indefensión. Si no se cumple y uno no está debidamente ubicado consigo mismo, nuestro grado de insatisfacción, desvaloración e inseguridad le pueden conducir a la depresión. Con esto no queremos decir que la presión social genera personas deprimidas, sin embargo, la presión social y la forma en cómo se evalúa esta presión, nos hace más vulnerable afectando nuestra autoestima y autoconcepto.

También se ha encontrado que el factor económico es un desencadenante de la depresión. Algunos estudios han señalado que las personas que pertenecen a las clases sociales más desfavorecidas, son las que tienen una mayor probabilidad de sufrir en sus vidas acontecimientos que afectan su autoimagen. También los recursos para enfrentarse a dichas situaciones y las redes sociales de apoyo varían en función de la posición en la estructura social (Ross & Sastry, 1999), haciéndolos de esta forma propensos a padecer depresión o síntomas relacionados con malestares en el estado de ánimo. Algunos autores han relatado que la influencia de los eventos puede depender más de la vulnerabilidad del sujeto que de su impacto. Puede haber un amplio conjunto de estresores que favorezcan o intervengan en la aparición de la depresión, como por ejemplo: la disminución de ingresos, el decremento de apoyo social, la jubilación y otros cambios en los roles y las redes sociales.
                
En conclusión, es importante señalar que, en el tratamiento o reconocimiento de la depresión, hay que vislumbrar las consecuencias de las relaciones entre el individuo y su contexto social. En este sentido, el avance de las personas depresivas no debe señalarse, únicamente, como el cambio de sus estilos de pensamiento, sino trabajar también en la transformación tanto de las condiciones sociales que influyen en su integración social como de las interacciones sociales en las que se construye su autoestima. El mejor conocimiento de los diferentes factores implicados en la depresión, ayudará a explicar este fenómeno en las personas que la padecen, al mismo tiempo que facilitará la evaluación y la planificación de programas preventivos y tratamientos.

Referencias

Alonso, J., M. C. Angermeyer, S. Bernet, R. Bruffaerts, T. S. Brugha, H. Bryson et al. (2004). “Prevalence of mental disorders in Europe: results from the European Study of the Epidemiology of Mental Disorders (ESEMeD) project”. Acta Psychiatrica Scandinavica: 21–27.

Álvaro Estramiana, J. L., Garrido Luque, A., & Schweiger Gallo, I. (2010). Causas Sociales de la Depresión. Revista Internacional de Sociología (RIS), 333-348.


Ross, C. E., & Sastry, J. (1999). The Sense of Personal Control Social—Structural Causes and Emotional Consequences. Nueva York: Kluwer Academia.


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