Hablemos de homosexualidad…

Colectivo Paideia
14:55

Por: Eurípides Blue

Cuando se habla de homosexualidad una serie de prejuicios surgen: “es una población promiscua”, “personas raras”, “gente enferma”, “que de pequeños fueron víctimas de abusos y por eso tienen esas preferencias”, “que esos muerde almohadas quieren ser mujeres y esas machorras quieren ser varones”… Cada vez que alguien decide optar por un ejercicio de la sexualidad distinto al modelo heteronormativo existen preguntas como: ¿Quién es el hombre de la relación? ¿Cómo le hacen para tener sexo? ¿Te gustan todas las mujeres o te gustan todos los hombres? ¿No será que has tenido muchas malas experiencias con los hombres? Se me hace que no has probado a una mujer de verdad.

Parte de los mitos que rodean a este tema, provienen de lo poco informada que puede estar la población en general y de los estereotipos que algunos medios de comunicación se encargan de difundir, donde se ridiculiza, caricaturiza o se exacerban actitudes negativas que cualquier humano puede tener, sin importar su condición social, religiosa, económica o sexual.

La palabra homosexual proviene del latín “homos” que significa igual, semejante y el latín “sexus” que quiere decir “sexo”. Según la Real Academia Española es la inclinación erótica hacia individuos del mismo sexo.

La homosexualidad ha estado presente desde muchos siglos atrás, sin embargo  sigue siendo un estigma que puede influir negativamente en el ámbito laboral, social y sobre todo en el familiar. A lo largo de la historia, la homosexualidad se ha percibido de distintas maneras.

En el antiguo Egipto tuvouna perspectiva mística”, donde las relaciones homosexuales no eran repudiadas, ya que eran practicadas por algunas divinidades; existen antecedentes como en “Un papiro de unos dos mil años A.C., [que] refiere cómo el dios Seth hace uso sexual del también dios Horus” (1).

En la Grecia clásica, cultura que enaltecía la valentía moral y física, los griegos practicaban la pederastia como una forma de introducción de los jóvenes a la sociedad adulta. El adulto o mentor era responsable de transmitir los más altos ideales de la época como la formación militar, académica y sexual.

En Roma se destacaba la importancia que tenía el acto de la penetración, ya que por medio de esta acción se validaba y reafirmaba el dominio del hombre en la sociedad. Por ende, cualquier expresión que no se relacionara con ella era considerada como una debilidad.  El hecho de que un hombre penetrara a otro no era mal visto, aunque tenía ciertas restricciones.

La influencia judeocristiana, a través de un discurso riguroso, condenó todas las prácticas sexuales cuyo fin no fuera la procreación, instaurando en la sociedad el mecanismo pecado-culpa, donde el individuo se ve atrapado en un sistema de autorregulación -uno es su propio vigilante y reo-, en pocas palabras: es pecado mortal ser homosexual, pues según la biblia: la homosexualidad es un abominación, la cual impide al individuo ingresar al reino de Dios.

Es durante el Renacimiento que los ideales de la antigua Grecia fueron retomados, dando paso al humanismo, y una vez más la percepción de la homosexualidad se modificó. En esta época se crea la idea que es un delito que se castiga con privación de la libertad y la homosexualidad,  lejos de ser un pecado, se vuelve una transgresión.

Después de la Revolución Francesa, con la expansión del humanismo y la pérdida del poder de la Iglesia Católica -debido a una corriente de pensamiento laico-, la homosexualidad deja de ser vista como un delito, para  asumir una connotación de enfermedad, en la que claro, la cura está al alcance de la ciencia y sus representantes en distintas ramas, como la psiquiatría.

Fue hasta 1973, que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA) deja de considerar a la homosexualidad como una enfermedad mental, reconociendo que esta se aleja de la teoría patógena, y de la mano con los derechos reproductivos aparecen los derechos sexuales.

Mucho se ha investigado para poner fin a la controversia de si se nace o se hace  una persona homosexual; pero a pesar de tanta indagación y estadísticas no hay un gen, hormona o estímulo ambiental único que explique la homosexualidad, hasta el momento se ha concluido que las razones de ella son multifactoriales.

Ahora bien, la  heterosexualidad es una construcción social enraizada y reforzada  por años, salir de dicho modelo implica dificultades para el individuo que no encaja, a pesar de haber nacido y crecido en una sociedad heteronormativa. El primer encuentro es con uno mismo, pues al sentirse atraído por una persona del mismo sexo -regularmente sucede en la adolescencia-, emergen dudas, prejuicios, negaciones, culpas y una serie de sentimientos que no pueden ser compartidos con tanta libertad como lo haría un heterosexual.

La familia cumple un rol fundamental en la percepción y aceptación de la homosexualidad. Muchas de ellas tienen valores arraigados en lineamientos religiosos que reprueban la homosexualidad o la ven como una abominación; sin olvidar que como familia se depositan en sus integrantes expectativas, roles y proyecciones que parten del modelo heterosexual. Es muy común que cuando el sujeto desarrolla su proceso de autoaceptación y decide compartir la noticia con su familia, esta se lo toma como algo traumático, pues se relaciona inmediatamente con una serie de problemas que, por consecuencia, generan rechazo, convirtiéndose el sujeto homosexual en un extraño, en el traidor del modelo facilitado.

“Salir  del clóset” implica un riesgo de exclusión por parte del núcleo primario, dicha revelación se vive con mucha ansiedad, atrapando al individuo en la encrucijada de mantener el secreto por el bien de la familia y el propio o  comunicar su homosexualidad. A diferencia de otros grupos, por ejemplo, las etnias -donde se comparte raza, territorio, cultura, religión-, la persona homosexual no tiene un referente que lo anteceda o que lo apoye en el descubrimiento. Además, todo el sistema social está legislado para una sociedad heterosexual, en donde la población gay tiene que sortear una serie de obstáculos para el reconocimiento del matrimonio, las herencias, el sistema de seguridad social y laboral, así como su desenvolvimiento en la sociedad de una forma equitativa.

Los grupos de ayuda, amigos con los mismos gustos homoeróticos y células de apoyo se convierten en un oasis para la persona que no encontró la aceptación en sus núcleos sociales inmediatos o que busca darle respuesta a los porqués de  su  homosexualidad.

Según un estudio realizado por la Universidad de Harvard el índice de suicidio, entre los jóvenes homosexuales, disminuye un 7% en estados donde hay matrimonios igualitarios. 

Algunos tristemente sucumben a la presión ejercida en la familia, la escuela, el trabajo o los amigos, viviendo una doble vida, reprimiendo sus emociones o de plano terminando con su existencia.

Hoy día las mentes, sociedades, familias, individuos y leyes están cambiando y en parte se debe al arduo trabajo de visibilización operado por colectivo  LGBT, población que se encargó de poner sobre la mesa temas como el respeto a los derechos humanos, apuntalando que no hay personas de primera o segunda categoría.

Curiosamente la apertura a la homosexualidad y sus derechos se han convertido en un indicador mundial que evidencia la evolución cultural, económica y legislativa de los países. Inclusive el lenguaje se ha modificado, resignificando,  dando cabida a la minoría homosexual de apropiarse de palabras que en un principio fueron peyorativas, lastimosas o estigmatizantes, para transformarlas en estandartes y consignas de lucha por los derechos humanos a los que debería acceder cualquier persona.

Lo antinatural en nuestra sociedad no es aquello que se aleja de “la norma”, sino que “la norma” sean las prácticas excluyentes, la falta de respeto, la violencia, la desintegración  y aquellas actitudes donde se atropellan los derechos promulgados por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Referencias
(1) GARCÍA VALDÉS  ALBERTO,  Historia y presente de la  Homosexualidad, 1981.
Disponible:
https://books.google.com.mx/books?id=qoyJqefILsC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
MORÁN  José, SGRO María, VAGGIONE Juan, Sexualidades, desigualdades y derecho, reflexiones entorno a los derechos sexuales y reproductivos, 2012.
Disponible:
https://books.google.com.mx/books?id=F7ynh6L7TiUC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
MAROTO Ángel, Homosexualidad y trabajo social: Herramienta para la reflexión e intervención profesional, 2006. Disponible:https://books.google.com.mx/books?id=5w54o3J3liMC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
RINNA Riesenfeld, Papá, mamá, soy gay, Segunda edición, 2010.

MARTEL Frédéric, Global Gay, 2013.

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Realidades olvidadas: las mujeres migrantes

Colectivo Paideia
15:52

Por: Angeles Santiso


En la actualidad, México se caracteriza por ser un país de origen, tránsito, destino y cada vez con mayor frecuencia, de retorno de migrantes. El fenómeno migratorio, tiene que ver con muchos factores, entre los que se encuentran las marcadas desigualdades económicas y de oportunidades, la pobreza y las dificultades para gozar de una vida digna, la violencia, las violaciones a derechos humanos, la discriminación a ciertos grupos vulnerables y los desastres naturales, entre otros. Si a tales factores, le sumamos el hecho de que México tiene una posición geográfica estratégica para toda clase de flujos migratorios y comerciales, entonces comprendemos por qué el Estado mexicano enfrenta grandes desafíos ante el tema en cuestión.

El flujo de migrantes que transitan por México es sumamente diverso: migrantes económicos, solicitantes de asilo, refugiados, víctimas de trata de personas, niños, niñas y adolescentes no acompañados por su familia, entre otros (Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2013). En pleno siglo XXI, las migraciones contemporáneas se han diversificado y han tomado una gran complejidad. Entre otras, se ha feminizado la migración, es decir, cada vez migran más mujeres y niñas de forma autónoma, para trabajar y contribuir al sostén de sus familias.

La condición de vulnerabilidad de las mujeres se acentúa por el encuentro de múltiples discriminaciones, basadas en la raza, origen étnico, situación socioeconómica, nacionalidad, edad, estatus migratorio y las cualidades que se perciben asociadas a su género. Desafortunadamente, estas discriminaciones se encuentran a nivel legal, en el diseño y/o instrumentación de políticas públicas y programas, en el espacio de trabajo, en el interior de la familia e, incluso, en el hecho de que muchas veces las propias mujeres no se reconocen como sujetas de derechos. Si esto ocurre con las mujeres en el contexto social regular en el que nos encontramos inmersas ¿qué sucede con las mujeres migrantes?

Parte de la respuesta, nos la proporciona el documento Legislación mexicana y derechos de las trabajadoras migrantes (ONU Mujeres, 2014) que dice: “La mayoría de las mujeres migrantes centroamericanas trabaja de manera irregular, ya sea porque no cuentan con documentos de estancia legal o con permisos de trabajo. Están ocupadas en la economía informal, en trabajos precarios, de salarios muy bajos y de escasa calificación, en sectores invisibilizados o considerados socialmente “femeninos”, como el empleo en los hogares, el trabajo de cuidado de personas (niños, enfermos y personas mayores), la venta ambulante, el trabajo agrícola y el trabajo en la industria del sexo. Si bien la mayoría de las trabajadoras contribuye con su trabajo al desarrollo regional, su labor y aporte no es reconocido”.

Como se puede advertir, tal situación tiene mucho que ver con la posición social de las mujeres, la cual hace referencia a la ubicación de la población femenina en la estructura de poder que prevalece en una sociedad. Se mide en términos de las diferencias de oportunidades entre mujeres y hombres en el acceso al poder político, los recursos productivos, el ingreso, las oportunidades de empleo, la participación en los cuerpos legislativos, la vulnerabilidad ante la pobreza y la violencia, entre otros aspectos.

Por otro lado, la violencia sexual se ha convertido en una parte del recorrido de muchas mujeres migrantes en su tránsito hacia Estados Unidos, y llega a tal punto que, en países de Centroamérica, es común que las mujeres se inyecten un anticonceptivo conocido como Depo-Provera antes de iniciar su recorrido, el cual impide la ovulación durante tres meses, de modo que, en caso de ser violadas, evita que queden embarazadas. Entre las migrantes este método anticonceptivo es conocido como “la inyección anti-México” (Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2013). La trata o prostitución ajena es otra de las amenazas a las que las mujeres migrantes suelen estar expuestas, con todos los daños que conllevan tales actividades en los planos físico y psicológico. Y, por último, las actividades económicas a las que pueden acceder con mayor facilidad son los trabajos domésticos y las labores del campo, denotando el sesgo que prevalece por cuestiones de género (Centro de estudios para el adelanto de las mujeres y la equidad de género, 2008).


 Dicha situación de las mujeres migrantes ¿puede considerarse como una crisis migratoria en México? Si bien es cierto sólo es una parte de tal crisis, cabe la reflexión de que la migración habla en primer lugar de las carencias que la gente tiene en su lugar de origen; y, en segundo lugar, de las carencias que las mujeres tenemos en comparación con los hombres. Recordemos que muchas personas migrantes sólo pasan por nuestro país para llegar a los Estados Unidos, pero muchas otras se quedan en México. Si en nuestra nación no contamos con la calidad de vida suficiente para quienes hemos nacido y permanecemos en territorio nacional ¿qué tipo de garantías podemos ofrecerles a quienes vienen de otros lugares en búsqueda de una vida mejor? Y ¿qué garantías podemos ofrecerles a las mujeres en particular, para que no sufran vejaciones en su transitar?

Las mujeres no son las únicas que sufren maltrato y violación a sus derechos en el fenómeno migrante; también los hombres padecen trato inhumano e injusticias. Sin embargo, la condición y la posición social e histórica de la mujer, la hace presa de mayor vulnerabilidad. Migrantes o no, las mujeres debemos esforzarnos más en términos generales, para lograr el trato igualitario y la equidad. Queda mucho camino por recorrer para que mujeres y hombres vivamos con dignidad y calidad en nuestros propios pueblos, y para que quienes gobiernan vean por el bien común y no por intereses personales.

Referencias

CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL ADELANTO DE LAS MUJERES Y LA EQUIDAD DE GÉNERO. (2008). Estudio sobre los efectos de la migración en México. México: Cámara de Diputados LX Legislatura.
Comisión Interamericana de Derechos Humanos. (2013). Derechos humanos de los migrantes y otras personas en el cotexto de la movilidad humana en México. Washington: OEA.
ONU Mujeres. (2014). Legislación mexicana y derechos de las trabajadoras migrantes. . México: ONU Mujeres.

Centro De Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género. (2008). Estudio sobre los efectos de la migración en México. México: Cámara de Diputados LX Legislatura.

Comisión Interamericana de Derechos Humanos. (2013). Derechos humanos de los migrantes y otras personas en el contexto de la movilidad humana en México. Washington: OEA.
 ONU Mujeres. (2014). Legislación mexicana y derechos de las trabajadoras migrantes.  México: ONU Mujeres.

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La empatía no viaja en los asientos asignados

Colectivo Paideia
15:22

Por: Jezz
Estación Martín Carrera de la línea 6 del Metrobús. Se abren las puertas y antes de que acaben los cinco segundos de tolerancia para subir y bajar del transporte, sube un adulto mayor con bastón en mano, camisa amarilla y sombrero. Sube en la Sección de Mujeres, Personas Mayores y Personas con Discapacidad. Ninguna de las mujeres que vienen ocupando los asientos asignados en color rosa, ni los que están marcados con la gomina de “asientos especiales para personas de la tercera edad, discapacitados o mujeres embarazadas”, le cede el asiento. Llegamos a la siguiente estación y el señor sigue de pie, la mayoría de las mujeres sentadas se ocupan de su maquillaje, revisar sus mensajes en el teléfono celular o dormir. El metrobús tiene que llegar a una tercera estación, cuando una adolescente que se levanta de su asiento para bajar del transporte, es que el señor puede sentarse.

El escenario anterior lo vivo más seguido de lo que me gustaría. Diariamente me transporto en los vagones para “mujeres” -ya sea en el metro o metrobús- que fueron asignados como parte del Programa Viajemos Seguras en el Transporte Público instituido desde mayo del 2007,  e inaugurado el 4 de octubre -del mismo año- por el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.[1]

Según la página oficial de Inmujeres se trata de: "Realizar acciones institucionales coordinadas, desde un enfoque de género, entre los organismos de transporte público, instituciones responsables de la seguridad pública y de procuración de justicia, para garantizar que las mujeres de la Ciudad de México viajen más seguras y libres de violencia".

De acuerdo a mi forma de pensar y actuar, quisiera que este tipo de programas no fueran necesarios, al contribuir cada unx de nosotrxs a una sana convivencia ciudadana y al respeto por el espacio del otrx, aprender a no acosar (de manera verbal, física o incluso social, como dejar en vergüenza a alguien), ser conscientes de quién necesita el asiento y quién puede estar de pie; porque en los vagones rosas convivimos todo tipo de personas con diversas situaciones y necesidades.

Entiendo que todxs venimos o vamos a algún lugar y muchas veces es cansado o muy largo el viaje, pero ¿en qué momento, al menos en la “Sección de Mujeres, Personas Mayores y Personas con Discapacidad”, nos respaldamos en el color de asientos y en el género de la persona para omitir las necesidades de los demás? Me refiero a que me ha tocado ver mujeres en los vagones rosas que ¡detienen la marcha del transporte!, para decirle al policía que hay un “hombre” -aunque pertenezca a la tercera edad- en la “Sección de damas”… A mí al menos no me causa ningún problema, si él va respetando a sus compañeras de viaje, porque creo en la igualdad y el respeto, pero, ¿en verdad, es necesario interrumpir el viaje y hacer que el policía baje a la persona del vagón? 


Te invito a construir y contribuir con una mejor actitud y convivencia ciudadana, generar empatía a las necesidades de todas las personas  y recordarte que la lucha constante por la igualdad está en todos lados, que para conseguirla es importante trabajar por ella en todos los espacios y, sobretodo, actuar con el ejemplo para poder conseguir una mejor convivencia entre las y los que conformamos la sociedad, para no tener que heredar a las siguientes generaciones: asientos rosas.



Referencias consultadas:

[1] INMUJERES. (2016). Viajemos Seguras. 2017, de GOBCDMX Sitio web: http://www.inmujeres.cdmx.gob.mx/asesorias/victimas-de-violencia-sexual-en-transporte-publico/viajemos-seguras/
2 Gobierno del Distrito Federal. (2014). Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal. 2017, de GDF Sitio web: http://www.aldf.gob.mx/archivo-0f05874fac7a0a4b94b9935dd0998eae.pdf





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La importancia del amor en los primeros años de vida

Colectivo Paideia
13:35

Por: Cinthia Godínez

"Los niños son el recurso más importante del mundo
y la mejor esperanza para el futuro"
 John F. Kennedy


Hablaré del amor que se trasmite de padres y madres a hijxs, esencial en el desarrollo afectivo y emocional en los niños y las niñas, sobretodo, en los primeros años de vida, ya que muchas veces, determina aspectos claves en el desarrollo de los más pequeñxs de la casa como: el amor propio, la seguridad, la confianza, el rechazo a la violencia, el maltrato y todo aquello que venga del orden del conflicto y el desamor.

 Considero que el bienestar integral, formado por cuerpo y mente, de un niño o niña en sus primeros años de vida, es resultado de una buena alimentación, de la atención médica pertinente desde los primeros meses y de la mayor seguridad emocional y económica que se le pueda proporcionar.

¿Por qué no todos los adultos son felices? Ante dicho cuestionamiento tenemos la oportunidad de reflexionar y hacer hincapié que los primeros años de vida pueden ser sinónimo de una etapa adulta feliz, ya que es donde se forjan las raíces de la autoestima y del amor propio. Me parece que el mejor regalo que se le puede dar a un niñx es el amor que le brinda la persona que está a su lado.

Para tener una buena calidad de vida, durante el inicio de la misma, es importante dar amor y cariño a los niños y niñas; también es fundamental que asistan a la escuela para estudiar y aprender, para relacionarse y socializar con otras personitas de su edad. Los cuidados y atenciones hacia nuestros pequeños y pequeñas es indicativo de estar recibiendo amor, así formarán recuerdos agradables marcados por la ilusión de los juegos, la atención personalizada de los padres, de un hogar seguro y confortable. Recuerdos que, al quedar fijos en la memoria de un ser humano en su etapa adulta, son signos de que la persona adquirió las herramientas necesarias para crecer en libertad, segura, amada,  protegida y con esperanza.



El Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), vigila por los Derechos de los Niños y las Niñas en los diversos países y difunde el principio de que el niño o la niña, para el pleno desarrollo de su personalidad necesita amor y comprensión y, que siempre que sea posible, crezca al amparo y bajo la responsabilidad de sus padres, en un ambiente de afecto y de seguridad moral y material. La sociedad y las autoridades públicas tienen la obligación de cuidar especialmente a los niños sin familia o que carezcan de medios adecuados de subsistencia.

Es importante resaltar la atención hacia con los hijxs. Hoy en día la demanda social y económica nos lleva a que existan mamás y papás trabajadores para solventar gastos básicos del hogar, situación que provoca pasar menos tiempo con nuestros pequeñxs. Hay que aprender a aprovechar el tiempo que estemos con ellxs, démosles amor.

El amor de mamá y papá a hijxs se demuestra de miles de formas, seguramente, cada unx tendrá una forma particular y especial de hacerle sentir a su hijx amado.

Invito a que cada una de nosotrxs (mamás y papás) encontremos esa forma particular de hacer sentir a nuestrxs hijxs el amor por ellxs. Ellxs al recibirlo se sentirán y reconocerán amadxs; así lxs pequeñxs tendrán las herramientas internas que lxs ayudarán a luchar en su vida, herramientas que pasan por el orden del amor, la ternura y la bondad. Los niñxs crecen tan rápido y las ventajas de amarlos a plenitud son tantas, que me pregunto: ¿Cuánto podemos lograr con una muestra de amor? La respuesta: Mucho.

Página consultada

Dando amor a nuestros niños, formaremos personas seguras. Disponible en: http://rpp.pe/lima/actualidad/la-importancia-de-sentirse-amado-en-la-primera-infancia-noticia-747804  Copyright © 2016, fecha de consulta; 1 de febrero de 2017, 10:29 hrs.

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Las personas con problemas de salud mental y su vulnerabilidad

Colectivo Paideia
5:07

Por: Antonio Morales

Los trastornos mentales tienen una alta prevalencia en todo el mundo y contribuyen de manera importante a la morbilidad, la discapacidad y la mortalidad prematura. El estigma, la exclusión social y las violaciones de los derechos humanos que ocurren en torno a  las personas con enfermedades mentales agravan la situación. Muchas veces consideramos que quienes padecen de un trastorno mental no son un grupo vulnerable porque -en ocasiones- consideramos que al ser autosuficientes de realizar sus actividades diarias, no requieren de una atención especial.

Antes de abordar propiamente la relación de vulnerabilidad con los trastornos mentales, me gustaría aclarar cuales son las condiciones que se establecen para señalar la existencia de vulnerabilidad. Según la Organización Mundial de la Salud, estas son las condiciones que nos permiten considerar a las personas con problemas de salud mental como un grupo vulnerable:

1.      Hay que señalar que ciertos grupos son más vulnerables que otros. Esta vulnerabilidad generalmente es causada por factores sociales y por el ambiente en que viven.
2.      La vulnerabilidad no se debe confundir con incapacidad, ni los grupos vulnerables deben ser considerados como víctimas pasivas.
3.      Los grupos vulnerables comparten desafíos comunes relacionados con su estatus social y económico, el apoyo social y las condiciones de vida, incluyendo el estigma y la discriminación, la violencia y el abuso, las restricciones en el ejercicio de sus derechos civiles y políticos, la exclusión de participar plenamente en la sociedad, el acceso reducido a los servicios de salud y sociales, el acceso reducido a los servicios de ayuda en emergencias, la falta de oportunidades educativas, la exclusión de las oportunidades de empleo y generación de ingresos, y una mayor discapacidad y muerte prematura.

La tasa de trastornos mentales y la necesidad de atención son mayores entre las personas desfavorecidas. El estigma que rodea a las afecciones mentales se debe principalmente a conceptos erróneos generalizados acerca de sus causas y naturaleza, que provoca que la falta de atención hacia esta problemática. Los problemas de salud mental alrededor del mundo, son a menudo vistos como manifestaciones de debilidad personal o bien, causados por fuerzas sobrenaturales. Comúnmente se cree que las personas con afecciones mentales son perezosas, débiles, poco inteligentes, difíciles e incapaces de tomar decisiones; también se piensa que son violentas, a pesar del hecho de que son mucho más propensas a ser víctimas que perpetradoras de violencia (OMS, 2010).

Se estima, que por lo menos una quinta parte de la población mexicana padece, en el curso de su vida, de algún trastorno mental: cuatro millones de adultos presentan depresión; medio millón padece esquizofrenia; un millón de personas tienen epilepsia y la demencia la padecen el diez por ciento de los mayores de 65 años. En una tendencia creciente de estos padecimientos, en los próximos diez años la demanda de servicios de salud mental en México constituirá una de las principales presiones para el Sistema de Salud (Secretaría de Salud, 2002).

Existen numerosos efectos sociales de los problemas de la salud mental, entre ellos tenemos (Sandoval De Escurdia, 2010):

a) Ausentismo laboral. En muchos países desarrollados, del 35% al 45% del ausentismo laboral es debido a los problemas de salud mental. Estas cifras indican la importancia y gravedad que los trastornos mentales generan en muchos países.
b) La depresión, genera la falta de energía para producir y una propensión mayor a las enfermedades físicas, así como una falta de apego a las responsabilidades familiares y personales.
c) El alcoholismo y adicción a drogas, están presentes en la mayoría de las acciones violentas (homicidios, suicidios, violencia intrafamiliar y social, pandillerismo y delitos en general, así como contagio por VIH-SIDA).
d) La epilepsia provoca convulsiones con relativa frecuencia, son impredecibles y es preciso medicación de por vida.
e) El retardo mental, la esquizofrenia y los cuadros demenciales dañan la relación del sujeto con su entorno social y nos recuerdan lo precaria y relativa que puede resultar nuestra identidad y salud mental.
f) El suicidio es otro de los problemas crecientes en nuestro país, en 1970, el índice para el grupo entre 15 y 24 años fue de 1.9 por 100,000 habitantes, en 1997 llegó al 5.9%, un incremento del 212%.

La inclusión de la salud mental como parte integrante del desarrollo es un enfoque relativamente nuevo para las Naciones Unidas y sus asociados para el desarrollo. La comunidad internacional está cobrando cada vez mayor conciencia de que la salud mental es una de las cuestiones más descuidadas, y sin embargo esenciales, en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La salud mental es necesaria para poder ejercer los derechos humanos y participar en la vida civil, social y económica; al mismo tiempo, el ejercicio de los derechos humanos y las libertades es fundamental para las personas con discapacidad mental, quienes tienen los mismos derechos que el resto de los ciudadanos. Por ejemplo, la existencia de obstáculos relacionados con el acceso de las personas con discapacidad mental a los servicios de salud, las restricciones a su libertad personal y de movimiento, la falta de oportunidades laborales, la exclusión de los sistemas educativos, la participación en estudios médicos sin su consentimiento informado y las condiciones de vida inadecuadas en instituciones psiquiátricas perjudican su salud física y mental e impiden el disfrute de sus derechos humanos básicos (OMS, Estrategia y plan de acción sobre salud mental, 2009).

Se deben encontrar formas para empoderar a los grupos vulnerables con el fin de que puedan participar plenamente en la sociedad (OMS, 2010). ¿Qué es lo que esto quiere decir? En gran medida retomar la idea que cualquier persona integrante de un grupo vulnerable, cuenta con sus propios recursos y fortalezas, en ocasiones las olvidamos o peor aún, hacemos que ellos no las tomen en cuenta. En medida que un enfermo mental tome conciencia que él es mucho más que la enfermedad que padece, serán más fácil los procesos de intervención y adherencia al tratamiento y, en consecuencia, una mejor calidad de vida para ellos.

Espero que los datos presentados hayan aportado significancia sobre la magnitud del problema que representa no considerar a la enfermedad mental como un grupo vulnerable. Muchos de nosotros nos preocupamos por nuestra salud física -que también es importante-, pero, ¿cuándo consideramos nuestra salud mental como prioridad? Tal vez en ocasiones ni la tomamos en cuenta porque pensamos “que no nos va a pasar”, entonces si no consideramos vulnerable nuestra salud mental, ¿cuándo nos preocuparíamos por incluir a las personas que no cuentan con ella? Los invito a reflexionar que tal vez nuestra aceptación e inclusión sería en sí misma una herramienta para el beneficio de los pacientes con algún trastorno mental.

Referencias

OMS. (2009). Estrategia y plan de acción sobre salud mental. Washington, D.C., EUA: Organización Panamericana de la Salud.
OMS. (2010). Salud Mental y Desarrollo: Poniendo el objetivo en las personas con problemas de salud mental como un grupo vulnerable. Italia: La Tipografica Varese S.p.A.
Sandoval De Escurdia, J. M. (2010). La Salud Mental en México. México: Servicio de Investigación y Análisis, División de Política Social.

Secretaría de Salud. (2002). Programa de Acción: Salud Mental. México: D.R.© Secretaría de Salud.

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