Hablemos de homosexualidad…

Colectivo Paideia
14:55

Por: Eurípides Blue

Cuando se habla de homosexualidad una serie de prejuicios surgen: “es una población promiscua”, “personas raras”, “gente enferma”, “que de pequeños fueron víctimas de abusos y por eso tienen esas preferencias”, “que esos muerde almohadas quieren ser mujeres y esas machorras quieren ser varones”… Cada vez que alguien decide optar por un ejercicio de la sexualidad distinto al modelo heteronormativo existen preguntas como: ¿Quién es el hombre de la relación? ¿Cómo le hacen para tener sexo? ¿Te gustan todas las mujeres o te gustan todos los hombres? ¿No será que has tenido muchas malas experiencias con los hombres? Se me hace que no has probado a una mujer de verdad.

Parte de los mitos que rodean a este tema, provienen de lo poco informada que puede estar la población en general y de los estereotipos que algunos medios de comunicación se encargan de difundir, donde se ridiculiza, caricaturiza o se exacerban actitudes negativas que cualquier humano puede tener, sin importar su condición social, religiosa, económica o sexual.

La palabra homosexual proviene del latín “homos” que significa igual, semejante y el latín “sexus” que quiere decir “sexo”. Según la Real Academia Española es la inclinación erótica hacia individuos del mismo sexo.

La homosexualidad ha estado presente desde muchos siglos atrás, sin embargo  sigue siendo un estigma que puede influir negativamente en el ámbito laboral, social y sobre todo en el familiar. A lo largo de la historia, la homosexualidad se ha percibido de distintas maneras.

En el antiguo Egipto tuvouna perspectiva mística”, donde las relaciones homosexuales no eran repudiadas, ya que eran practicadas por algunas divinidades; existen antecedentes como en “Un papiro de unos dos mil años A.C., [que] refiere cómo el dios Seth hace uso sexual del también dios Horus” (1).

En la Grecia clásica, cultura que enaltecía la valentía moral y física, los griegos practicaban la pederastia como una forma de introducción de los jóvenes a la sociedad adulta. El adulto o mentor era responsable de transmitir los más altos ideales de la época como la formación militar, académica y sexual.

En Roma se destacaba la importancia que tenía el acto de la penetración, ya que por medio de esta acción se validaba y reafirmaba el dominio del hombre en la sociedad. Por ende, cualquier expresión que no se relacionara con ella era considerada como una debilidad.  El hecho de que un hombre penetrara a otro no era mal visto, aunque tenía ciertas restricciones.

La influencia judeocristiana, a través de un discurso riguroso, condenó todas las prácticas sexuales cuyo fin no fuera la procreación, instaurando en la sociedad el mecanismo pecado-culpa, donde el individuo se ve atrapado en un sistema de autorregulación -uno es su propio vigilante y reo-, en pocas palabras: es pecado mortal ser homosexual, pues según la biblia: la homosexualidad es un abominación, la cual impide al individuo ingresar al reino de Dios.

Es durante el Renacimiento que los ideales de la antigua Grecia fueron retomados, dando paso al humanismo, y una vez más la percepción de la homosexualidad se modificó. En esta época se crea la idea que es un delito que se castiga con privación de la libertad y la homosexualidad,  lejos de ser un pecado, se vuelve una transgresión.

Después de la Revolución Francesa, con la expansión del humanismo y la pérdida del poder de la Iglesia Católica -debido a una corriente de pensamiento laico-, la homosexualidad deja de ser vista como un delito, para  asumir una connotación de enfermedad, en la que claro, la cura está al alcance de la ciencia y sus representantes en distintas ramas, como la psiquiatría.

Fue hasta 1973, que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA) deja de considerar a la homosexualidad como una enfermedad mental, reconociendo que esta se aleja de la teoría patógena, y de la mano con los derechos reproductivos aparecen los derechos sexuales.

Mucho se ha investigado para poner fin a la controversia de si se nace o se hace  una persona homosexual; pero a pesar de tanta indagación y estadísticas no hay un gen, hormona o estímulo ambiental único que explique la homosexualidad, hasta el momento se ha concluido que las razones de ella son multifactoriales.

Ahora bien, la  heterosexualidad es una construcción social enraizada y reforzada  por años, salir de dicho modelo implica dificultades para el individuo que no encaja, a pesar de haber nacido y crecido en una sociedad heteronormativa. El primer encuentro es con uno mismo, pues al sentirse atraído por una persona del mismo sexo -regularmente sucede en la adolescencia-, emergen dudas, prejuicios, negaciones, culpas y una serie de sentimientos que no pueden ser compartidos con tanta libertad como lo haría un heterosexual.

La familia cumple un rol fundamental en la percepción y aceptación de la homosexualidad. Muchas de ellas tienen valores arraigados en lineamientos religiosos que reprueban la homosexualidad o la ven como una abominación; sin olvidar que como familia se depositan en sus integrantes expectativas, roles y proyecciones que parten del modelo heterosexual. Es muy común que cuando el sujeto desarrolla su proceso de autoaceptación y decide compartir la noticia con su familia, esta se lo toma como algo traumático, pues se relaciona inmediatamente con una serie de problemas que, por consecuencia, generan rechazo, convirtiéndose el sujeto homosexual en un extraño, en el traidor del modelo facilitado.

“Salir  del clóset” implica un riesgo de exclusión por parte del núcleo primario, dicha revelación se vive con mucha ansiedad, atrapando al individuo en la encrucijada de mantener el secreto por el bien de la familia y el propio o  comunicar su homosexualidad. A diferencia de otros grupos, por ejemplo, las etnias -donde se comparte raza, territorio, cultura, religión-, la persona homosexual no tiene un referente que lo anteceda o que lo apoye en el descubrimiento. Además, todo el sistema social está legislado para una sociedad heterosexual, en donde la población gay tiene que sortear una serie de obstáculos para el reconocimiento del matrimonio, las herencias, el sistema de seguridad social y laboral, así como su desenvolvimiento en la sociedad de una forma equitativa.

Los grupos de ayuda, amigos con los mismos gustos homoeróticos y células de apoyo se convierten en un oasis para la persona que no encontró la aceptación en sus núcleos sociales inmediatos o que busca darle respuesta a los porqués de  su  homosexualidad.

Según un estudio realizado por la Universidad de Harvard el índice de suicidio, entre los jóvenes homosexuales, disminuye un 7% en estados donde hay matrimonios igualitarios. 

Algunos tristemente sucumben a la presión ejercida en la familia, la escuela, el trabajo o los amigos, viviendo una doble vida, reprimiendo sus emociones o de plano terminando con su existencia.

Hoy día las mentes, sociedades, familias, individuos y leyes están cambiando y en parte se debe al arduo trabajo de visibilización operado por colectivo  LGBT, población que se encargó de poner sobre la mesa temas como el respeto a los derechos humanos, apuntalando que no hay personas de primera o segunda categoría.

Curiosamente la apertura a la homosexualidad y sus derechos se han convertido en un indicador mundial que evidencia la evolución cultural, económica y legislativa de los países. Inclusive el lenguaje se ha modificado, resignificando,  dando cabida a la minoría homosexual de apropiarse de palabras que en un principio fueron peyorativas, lastimosas o estigmatizantes, para transformarlas en estandartes y consignas de lucha por los derechos humanos a los que debería acceder cualquier persona.

Lo antinatural en nuestra sociedad no es aquello que se aleja de “la norma”, sino que “la norma” sean las prácticas excluyentes, la falta de respeto, la violencia, la desintegración  y aquellas actitudes donde se atropellan los derechos promulgados por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Referencias
(1) GARCÍA VALDÉS  ALBERTO,  Historia y presente de la  Homosexualidad, 1981.
Disponible:
https://books.google.com.mx/books?id=qoyJqefILsC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
MORÁN  José, SGRO María, VAGGIONE Juan, Sexualidades, desigualdades y derecho, reflexiones entorno a los derechos sexuales y reproductivos, 2012.
Disponible:
https://books.google.com.mx/books?id=F7ynh6L7TiUC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
MAROTO Ángel, Homosexualidad y trabajo social: Herramienta para la reflexión e intervención profesional, 2006. Disponible:https://books.google.com.mx/books?id=5w54o3J3liMC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
RINNA Riesenfeld, Papá, mamá, soy gay, Segunda edición, 2010.

MARTEL Frédéric, Global Gay, 2013.

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