¿Por qué se me dificulta comunicarme con mi hijx adolescente?
15:45
Por:
Verónica Estrada
La
adolescencia es esa etapa de desarrollo que con
sólo mencionarla produce estrés, ansiedad e incluso rechazo, pues está
estigmatizada con muchos prejuicios sociales, que normalmente inician con la
expresión “Los adolescentes…” y terminan con “…son insoportables”, “…no piensan
lo que hacen”, “…son rebeldes”, “…no saben lo que quieren”, por mencionar los
calificativos más comunes. Ideas que ponen una
barrera en la comunicación, principalmente entre padres e hijos, pues se llegan
a concebir como hechos inamovibles y de manera explícita e implícita, se
transmiten a lxs chicxs creando un círculo vicioso, pues ellxs al sentirse
rechazados y poco comprendidos, evitan cualquier tipo de acercamiento con sus
padres o cualquier persona que represente una autoridad. Dichas situaciones exponen
al adolescente en riesgo de tomar decisiones erróneas.
Aún
cuando no existen recetas para educar o guiar a lxs hijxs, dado que cada
persona y familia tiene ideas y costumbres propias, -muchas
veces determinadas por su entorno social-,
podemos reflexionar sobre algunos aspectos que nos ayudarán con esta preocupante
tarea.
Evidentemente,
todos hemos sufrido los cambios que se viven en esta etapa de la vida, pero vale la pena enlistar algunos de ellos y me
abocaré a los factores psicológicos que se consideran “normales” y propios de
esta etapa.
1. Búsqueda
de sí mismo y de la identidad. El
reto de la etapa de la adolescencia, es entrar al mundo del adulto, para ello
el/la adolescente debe renunciar a su imagen y comportamiento infantil,
aspectos que generan confusión y ambivalencia en los mismos. Implica la
búsqueda de una nueva identidad que se tiene
que ir construyendo de manera consciente o inconsciente,
pero diferente a los adultos que tiene como referencia.
2. Constantes
fluctuantes del humor y del estado de ánimo. Esto ocurre
principalmente por fenómenos como la depresión y el duelo -que acompañan a esta etapa de desarrollo-, ya que existe
un proceso de pérdida de identidad de niñx. Además, como adultxs, podemos
comprender que la realidad no siempre satisface las aspiraciones individuales;
tenemos la capacidad de tolerar la frustración y afrontarla de manera más
efectiva. En general, al adolescente no se le facilita este proceso, dado a que
se encuentra reaprendiendo a manejar sus emociones. En cambio, suele refugiarse
en sí mismx y en su fantasía, para mitigar este dolor que le provoca, sin darse
cuenta muchas veces, una realidad distinta a la que anteriormente tenía cuando
era un niñx. Sin embargo, paradójicamente, este aislamiento también provoca
sentimientos de soledad.
3. Separación
progresiva de los padres. Es una
de las tareas preponderantes de esta etapa, pues gracias a ella, el/la
adolescente puede formar su propia identidad. Sin embargo, muchas veces los padres
niegan el crecimiento de lxs hijxs, y lxs hijxs viven a los padres con las
características persecutorias más acentuadas.
4. Contradicciones
sucesivas en todas las manifestaciones conductuales. La conducta del
adolescente está dominada por la acción y no es capaz de mantener un
comportamiento rígido, permanente y absoluto, aunque lo intente o busque, ya
que es parte de la normalidad inestable, característica de esta etapa. El
adulto difícilmente tolera y exige de él una identidad adulta, que por supuesto
no tiene por qué tener.
5. Evolución
sexual. El/la adolescente inicia la búsqueda de una pareja en
forma intensa o tímida y experimenta un enamoramiento apasionado, pero con
vínculos frágiles. También, aparece la curiosidad sexual que pueden conducir al
adolescente al exhibicionismo y voyerismo, así como las primeras exploraciones
de su sexualidad a nivel genital. Dichos acontecimientos pueden generar tensión
en los padres, muchas veces por temor a no saber conducir a sus hijxs en estos
temas o por sus propias creencias o experiencias en torno a la sexualidad. Lo
anterior, puede provocar fricciones en la relación con su hijx adolescente en
el intento por controlar estos instintos.
6. Desubicación
temporal. El
adolescente vive cierta desubicación temporal, ya que convierte el tiempo en presente
y a veces las urgencias son enormes y las postergaciones son aparentemente
irracionales al grado de desconcertar al adulto. Cabe señalar que esto va de
acuerdo a sus intereses en el momento, por ejemplo: puede postergar una tarea
escolar porque cree tener el tiempo suficiente, pero urgentemente pide que se
le compre una vestimenta -porque considera que el tiempo apremia-, para una
fiesta a la que asistirá.
7. Crisis
religiosas. El adolescente quiere dudar, cavilar, buscar y no
decidirse, por lo que puede mostrarse como un ateo exacerbado o un místico
fervoroso y ello concuerda con la situación cambiante que experimenta el/la
adolescente a nivel interno.
8. Necesidad
de intelectualizar y fantasear. Estos mecanismos se ponen en marcha muy a menudo en lxs
adolescentes (sienten y creen que todo lo saben). Ocurre que utilizan estos
elementos como modo de defensa ante el dolor que experimentan por las pérdidas
ideológicas que suceden dentro de sí mismos.
9. La
tendencia grupal. Este fenómeno se presenta debido a la
búsqueda de identidad del adolescente y recurre a la uniformidad que le brindan
sus pares (iguales) para obtener seguridad y estima personal. Es por ello que
difícilmente puede apartarse de la moda, vestimentas, costumbres, preferencias
que lo hace pertenecer al grupo de coetáneos.
Ahora
bien, si consideramos los puntos anteriores podemos deducir que el/la adolescente
provoca una verdadera revolución a nivel familiar y social. En muchas ocasiones
no sólo él o ella padecen este largo proceso, sino que los padres tienen
dificultades para aceptar el crecimiento de los hijxs. Los padres también viven
los duelos por ellxs; necesitan hacer el duelo por el/la hijx pequeñx, por su
identidad de niñx y por su relación de dependencia infantil. Ahora, ellxs son juzgados por sus hijxs y la
rebeldía y el enfrentamiento son más dolorosos si el/la adultx no tiene
conscientes sus problemas frente al adolescente.
El
padre o madre del adolescente, tienen que desprenderse del hijx-niñx y
evolucionar hacia una relación con el/la hijx-adulto, lo que implica muchas
renuncias de su parte, entre ellas el abandonar los modelos de crianza y
comunicación que en algún momento fueron funcionales para interactuar con su
hijx; y así acceder a pautas de comunicación más asertivas, donde exista un
espacio para la escucha, comprensión, empatía y negociación, pues debe recordar
que como padre o madre ya no funciona como “ídolx” y deberá ser capaz de
aceptar la crítica y la ambivalencia de su hijx, que se encuentra en un proceso
de crecimiento.
Si los
padres se encierran en su proceso de dolor, resentimiento y refuerzo de
autoridad, provocarán que este proceso sea aún más difícil. En algunos casos
mayor rebeldía, ya sea manifiesta o encubiertamente, o que el proceso de
adolescencia y la búsqueda de identidad, se prolongue a edades más tardías. El
nuevo plan de vida exige plantearse nuevas formas de convivencia, de valores,
ideales y afectos; sin olvidar que un entorno con reglas firmes, pero con amor
por parte de lxs progenitorxs, contribuirá a que lxs adolescentes perciban un
ambiente seguro y así se refuerce su autoestima.
Referencias:
Gabriel
Carpio, Adrián Milcochorena, Enrique Morales, Alberto Moreno, Jose Luis Moreno,
Graciela Sánchez, Desarrollo Humano y
sexualidad. Universidad Nacional Autónoma de México, Colegio de Ciencias y
Humanidades, 2012.
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