La sexualidad en personas con discapacidad intelectual
16:00
Por: Antonio Morales
Es importante que antes de abordar esta temática,
tomemos en cuenta una premisa primordial y que debe estar latente en el
trascurso de la lectura de este artículo: todas las personas tenemos, de forma
general, las mismas necesidades afectivas y sexuales. Suena simple de entender,
pero en ocasiones lo olvidamos o simplemente lo devaluamos.
Dicho lo anterior, aclaremos a qué se le llama
discapacidad intelectual. Según la Organización Mundial de la Salud,
discapacidad “es un término general que abarca las deficiencias, las limitaciones de
la actividad y las restricciones de la participación. Las deficiencias son
problemas que afectan a una estructura o función corporal; las limitaciones de
la actividad son dificultades para ejecutar acciones o tareas, y las
restricciones de la participación son problemas para participar en situaciones
vitales. Por consiguiente, la
discapacidad es un fenómeno complejo que refleja una interacción entre las
características del organismo humano y las características de la sociedad en la
que vive”.
Por otro lado, la definición particular sobre
discapacidad intelectual es proporcionada por la Asociación Americana de
Discapacidades Intelectuales y del Desarrollo, AAIDD8 que permanece vigente
-con una ligera modificación que sustituye el término retraso mental por el de
discapacidad intelectual-: “La
discapacidad intelectual se caracteriza por limitaciones significativas tanto
en el funcionamiento cognitivo como en conducta adaptativa tal y como se ha
manifestado en habilidades adaptativas conceptuales, sociales y prácticas. Esta
discapacidad se origina antes de los 18 años”.
Hay que aclarar que, en términos generales, la
discapacidad intelectual no afecta el deseo sexual de la persona, pero sí puede
condicionar parcialmente su nivel de funcionamiento. La discapacidad
intelectual puede afectar las habilidades de comunicación y la imagen de uno
mismo, resultando un factor condicionante en el desarrollo de la vida emocional
y sexual.
Las personas con discapacidad intelectual
experimentan los mismos altibajos emocionales que cualquier persona, como
tristeza, alegría, temores y satisfacciones, tienen necesidad de sentir cariño,
amor y amistad por quienes les rodean, así como de sentirse queridas,
atractivas y amadas. Se enamoran, tienen impulsos y deseos sexuales. Sin
embargo, en muchas ocasiones, experimentan violación a sus derechos fundamentales.
Por ejemplo, existen internados para personas con discapacidad intelectual, en
los que se les opera para evitar que, al mantener relaciones sexuales surjan
embarazos, eliminándoles su derecho humano de tener una familia.
Es triste ver que la realidad nos muestra que muchas
veces las personas con discapacidad intelectual enfrentan desde su infancia una
serie de barreras que condicionan sus posibilidades de desarrollarse en el
terreno de la vida amorosa. La ignorancia y algunas actitudes sociales hacia la
discapacidad en general, construyen y sostienen la mayoría de las barreras y
limitaciones. Algunas de éstas son:
〆 La estigmatización social de las personas con
discapacidad, al negar y reprimir su sexualidad.
〆 La sobreprotección y asilamiento que puede ocurrir en
su ámbito familiar, hacen que disminuyan sus oportunidades de un desarrollo
adecuado de su sexualidad, y estas conductas pueden afectar su autoestima al
fomentarles una autopercepción de minusvalía.
〆 Estos prejuicios también provocan que las propias
familias tengan dificultades a la hora de tomar en cuenta sus necesidades de
educación sexual, y brindarles acceso a información preventiva.
Un aspecto que me gustaría resaltar tiene que ver con
el proceso educativo de los sentimientos y la sexualidad, en donde es necesario
generar un proceso de enseñanza-aprendizaje sobre las habilidades sociales,
relaciones con los demás, la afectividad, los sentimientos, lo público y lo
privado, el respeto a su propia persona y el respeto a la voluntad de los
demás, etc.
Asimismo, la sociedad en general tiene pautas de
conducta establecidas como “adecuadas” o “esperadas” para las personas que la
conforman; entonces, hay que comunicarlas, de tal forma que la persona con
discapacidad pueda abordar e interiorizar sus propias pautas de conducta tanto
para ella como para los demás.
Debemos ayudar a que las personas con discapacidad
intelectual disfruten de sus emociones y el placer de forma normal, positiva y
gratificante, en un plano de igualdad, responsabilidad y respeto mutuo,
considerando que la sexualidad no se reduce únicamente a la genitalidad.
No se requiere ser un profesional o un especialista
para comprender y comunicarse con personas con discapacidad intelectual sobre
su sexualidad. Basta con respetar sus tiempos, comprender sus necesidades y
enseñarle algunas pautas básicas acerca del lugar y momento más adecuado para
conversar sobre el tema. Puede llevar un tiempo encontrar la forma de
comunicarnos, pero el resultado será muy valioso para ellos y gratificante para
nosotros.
Las personas con discapacidad intelectual que
necesitan mayores cuidados y apoyo, requerirán una atención muy personalizada y
paciente hasta lograr expresar su sexualidad de una manera adecuada y positiva.
Por ejemplo, es probable que les cueste comprender los conceptos de lo que es
público y lo que es privado, y cuáles son las conductas más apropiadas en cada
caso. Sin embargo, es nuestro deber encontrar muchas ocasiones en las cuales
reforzar un mensaje útil y tranquilizador sobre este asunto.
En ocasiones asumimos que las personas con
discapacidad intelectual no requieren de un desarrollo adecuado de su
sexualidad, aspecto vital en el desarrollo de los seres humanos, negar esta
necesidad es negarles su concepción como seres humanos. Para considerar una
educación sexual adecuada el primer paso es reconocer que la necesidad existe y
no podemos darle la espalda. Tenemos mucho trabajo por hacer.
Referencias
Castillo Cuello, J. J. (2010). La
sexualidad en personas con discapacidad. ¿Ficción o realidad? Revista Cubana
de Medicina Física y Rehabilitación, 51-58.
Asociación Americana de Discapacidades
Intelectuales y del Desarrollo (AAIDD), anteriormente denominada Asociación
Americana sobre Retraso Mental (AAMR) Disponible en: http://aaidd.org/intellectual-disability/definition#.VWxx4kYas9E
Rodriguez Mayoral, J. M., López, F.,
Morentin, R., & Arias, B. (2006). afectividad y sexualidad en personas con
discapacidad intelectual, una propuesta de trabajo. Revista Española sobre
Discapacidad Intelectual, 23-40.
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