México y la Cultura del Chile
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Por: Eurípides Blue
Cuando
una persona extranjera escucha la palabra México, invariablemente la asocia con
las playas de Cancún, hombres con trajes ajustados y botonaduras en plata y oro
con enormes sombreros, cantando Cielito Lindo o con la inseguridad en sus
calles, pero con la seguridad de que es un país impredecible; también lo
asocian con gente hospitalaria, fiestera y con una extraña adicción chile.
Y, es
que el chile desde tiempos inmemoriales nos ha dado identidad, formando parte
esencial de nuestra dieta a la par que el maíz, el frijol y la calabaza;
actualmente es usado con fines medicinales, cosméticos, comerciales y en
tiempos prehispánicos hasta correctivos (un poco de humo de chile inhalado
servía para corregir a los niños desobedientes, como lo testimonian algunas escenas
del Códice Mendocino).
Comencemos
por desenterrar datos: El nombre chile
viene del náhuatl chilli. Los aztecas poseían una cultura del chile que hasta
nuestros días perdura; unos tacos sin salsa son inconcebibles. México tiene una
gran variedad de chiles debido a sus distintas condiciones climáticas, y de
norte a sur están presentes en sus platillos.
Recientes
estudios encontraron que el consumo de este producto ayuda a la circulación
sanguínea evitando que se formen coágulos; contiene más vitamina C que la
naranja, estimula la salivación y los jugos gástricos y es antioxidante. También
previene el cáncer y es el remedio por excelencia para curar la cruda según la
tradición popular. Para algunas personas el enchilarse es satisfactorio, pues
resulta que parte del cerebro que produce las sensaciones de placer, es la
misma que genera las sensaciones de
dolor.
Según
datos de La Morena (empresa de productos alimenticios), los mexicanos comienzan
a consumir chile aproximadamente a los cinco años, en promedio anualmente una
persona come de 10 a 15 kilos,
y hay para escoger entre más de 60 variedades distintas, siendo el
habanero, el único chile que cuenta con denominación de origen.
Al
chile lo podemos encontrar en salsas, moles, adobos, bebidas (chileatole) y
cómo no: en dulces; tenemos platillos mundialmente reconocidos como el chile en
nogada, el mole, tortas ahogadas, las enchiladas, los chilaquiles, y otros que
no pueden prescindir del chile.
Pero,
¿por qué nos gusta tanto el chile? Más allá de la alimentación, ese pequeño
contenedor de capsaicina, tiene afinidad con la personalidad del mexicano a tal
grado que “Pique”, un chile con sombrero de mariachi, fue la mascota del
Mundial de Fútbol México 86.
Rasgos
como bravura, intensidad, calidez, ardor y sobre todo sabor bien podrían
describirnos, sin contar que por su morfología es asociado a menesteres de
hombres y a lo relativo al amor carnal, a nuestra capacidad de soportar
sufrimiento y no rajar, o como diría mi mamá: “Es el gusto por el disgusto”.
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