Educación para la ciudadanía
17:53
Por: Nadia Sierra Campos
La Constitución mexicana
dice que se es ciudadana/o cuando se cumplen 18 años y tienes un modo honesto
de vivir, y ¿quién te enseña la honestidad?, ¿qué es un modo honesto de vivir?,
el tema de la ciudadanía podría no ser relevante para muchas personas, pero sí
en materia de educación.
Para adentrarnos al tema
de la ciudadanía, es necesario entender la democracia, como forma de gobierno y
como modelo de vida; si bien es cierto que esta no es un remedio, ni una
fórmula mágica, la historia del mundo ha demostrado que ha sido la más asociada
al desarrollo de una nación, de sus habitantes y los derechos de ellxs.
En México, a pesar de
las luchas que inauguraron el siglo XX, los derechos de las mujeres quedaron
sin reconocerse; no fue sino hasta el 17 de octubre de 1953 que las mujeres
adquirimos la calidad de ciudadanas y como diría Hannah Arendt: “el derecho a
tener derechos”. Es decir, a mitad del siglo pasado apenas se volteó a mirar a
la otra mitad de la población. De manera tal que hoy en México, votan mujeres y
hombres mayores de edad; sin embargo, este ejercicio no ha ido acompañado de
una real educación para la ciudadanía. Entonces, ¿cómo se aprende a ser
ciudadana o ciudadano?
Según se puede concluir
de la experiencia, la respuesta está en la educación cívica, esa que se orienta
para la constitución de una cultura democrática, donde puedan practicarse
formas de civismo y las personas ejerciten la solidaridad, las libertades, la
justicia, el respeto a la naturaleza, la responsabilidad o la paz.
La educación cívica
tiene un carácter doble: I) promueve la democracia como forma de gobierno o
toma plural decisiones y II) educa en la democracia como una forma de vida y ejercicio cotidiano en el quehacer de las
personas. Transformar la democracia en forma de vida es fundamental y
constituye una forma de articulación colectiva cuyo objetivo es generar
sociedades respetuosas, incluyentes y capaces de comunicarse entre sí.
Desde esta óptica, la
educación cívica al priorizar el diálogo, la tolerancia, el pluralismo, la
inclusión y la participación, contribuye al desarrollo de una convivencia
social y política sana y fructífera.
La educación cívica
tiene como objetivo educar para la ciudadanía y para la democracia. Y en tanto, la ciudadanía se construye en lo cotidiano,
la educación debe ser permanente, sin limitarse al aspecto electoral, sino que
abarcando temas como los derechos humanos, los valores democráticos (libertad,
igualdad, justicia, fraternidad, equidad), los valores ciudadanos, la
participación ciudadana, la ecología y defensa del medio ambiente, el
desarrollo, la salud sexual y reproductiva, la cultura y las tradiciones, el
deporte, la no discriminación.
Así, tener un modo
honesto de vivir consiste en la obligación de conocer nuestros derechos y
ejercerlos, respetar los derechos de las demás personas y reconocerse en la
interacción de sociedades en las que a pesar de las diferencias todas y todos
somos iguales.
Sin duda, educar y
formarse para la ciudadanía es un ejercicio diario y un compromiso de quienes
forman a la niñez, juventud o personas adultas.
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