Una historia de mujeres y béisbol

Colectivo Paideia
15:54

Por: Lucía Velasco

Esta semana les compartiré sobre una de mis películas favoritas: “A League of Their Own” (1992), aunque en Latinoamérica la conocimos como “Un equipo muy especial”, dirigida por Penny Marshall. Cada vez que la veo, no puedo dejar de estremecerme al pensar en lo grandiosas que han sido algunas mujeres y que la historia jamás les reconocerá su papel individual en la libertad que gozamos hoy día las mujeres en general.

Por supuesto, “Un equipo muy especial” nunca gano un Óscar o cualquier premio en algún festival de cine. La película cuenta la historia del equipo Peaches de la primera liga de béisbol femenino en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando los empresarios del béisbol temían que el negocio del deporte nacional norteamericano se viniera abajo al estar los hombres enlistados y peleando en Europa.


La historia es sencilla: Cientos de chicas, pertenecientes a pequeñas ligas de softboll, son descubiertas por los cazatalentos en sus pueblos natales e invitadas a competir para conformar la primera Liga Profesional de Mujeres, integrada en un inicio por cuatro equipos profesionales.

Las protagonistas son las hermanas Dottie (Geena Davis) y Kit (Lori Petty), quienes junto con sus compañeras, entre las que sobresalen Mea (Madonna), Doris (Rosie O’Donnell) y Marla (Megan Cavanagh), y que junto con su entrenador Jimmy Dougan (Tom Hanks), nos cuentan del entrenamiento y la carrera por obtener el campeonato. La cinta, por supuesto, está inspirada en una historia real.

Independientemente de que me encantan las películas que narran alguna hazaña deportiva, y en particular las de béisbol, esta cinta me gusta porque me hace reflexionar lo que fue para las mujeres de esa generación salir a la calle, tomar empleos, adaptarse al mundo masculino, probar la libertad y, en muchos de los casos, ya no soltarla.

Muchas de esas chicas, como tantas otras en la historia de cualquier país, fueron educadas para ayudar en la casa familiar, casarse, tener hijos; cuando mucho, aspiraban a ayudar en la granja o en el negocio familiar, otras no sabían ni leer ni escribir.

Cuando pienso en ellas y las imagino jugando con pasión su deporte favorito en falda –cuantos rasguños y moretones no tuvieron esos brazos y piernas-, tomando clases de comportamiento y buenos modales -porque el público y los dueños de los equipos querían que fueran “señoras”-, enseñándose unas a otras a leer y a cuidar a sus hijos en plena serie mundial y trasladándose de pueblo en pueblo, mi respeto por ellas crece.

No creo que ninguna de ellas haya sido feminista, pero imagino que cuando conocieron la libertad, que ese trabajo y su sueldo les proporcionaban, las vidas de algunas cambiaron, se dieron cuenta que tenían opciones para vivir sus vidas lejos del hogar familiar.


Así que si nunca han visto “Un equipo muy especial” les invito a verla y ser observadorxs de que las mujeres sí podemos trabajar en equipo y apoyarnos unas a otras –porque parece que hoy en día muchas lo olvidan- y que en la historia muchas mujeres nos han demostrado que podemos ejercer los mismos oficios que los hombres –aunque parezca que a muchxs (hombres y mujeres) también se les olvide-. 

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